El día 18 de julio de 2010, un conductor fue interceptado por el Cuerpo de Agentes de Tránsito y Transporte de la Ciudad en la Avenida Rafael Obligado y La Pampa. Luego de realizarle un test de alcoholemia que resultara negativo, se le practicó el procedimiento en uso para detectar la presencia de drogas: un examen pupilar. Como el pupilómetro arrojara resultado positivo, se le practicó entonces un examen de saliva; luego de que el primer reactivo fallara, se repitió el examen salival, que resultó positivo indicando la presencia de cocaína.
El conductor fue detenido, su automóvil secuestrado, y la Justicia Contravencional de la Ciudad lo condenó a un día de prisión en suspenso y a la realización de cursos de Seguridad Vial.
Mientras tanto, el 24 de febrero de 2011, la Policía Metropolitana informaba desde su pagina web del episodio citando textualmente el nombre, apellido y nacionalidad del conductor, a pesar de que el fallo todavía no tenía sentencia firme y fue apelado. Según la misma fuente, es uno de los 39 casos positivos detectados en los controles realizados hasta la fecha.
Mediante un trabajo realizado por la Unidad de Seguimiento de Políticas Públicas en Adicciones (USPPA), criticamos la manera en que se manejó este caso al ser sumamente reprochable e indignante la publicidad estigmatizadora que se ha hecho con la situación y la persona del imputado; que a través de números medios de comunicación y en especial en la página oficial de la Metropolitana se ha dado a conocer.
Al mismo tiempo, cuestionamos el uso de los test de control vial de drogas en muestras de saliva ya que los instrumentos elegidos para las tomas de muestras no tienen valor probatorio en ninguna parte del mundo: ni un pupilómetro ni un reactivo por saliva indican de manera eficaz la presencia o concentración de una sustancia en la sangre.
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