“Definir un feminismo latinoamericano implica leernos entre nosotras”
El 27 y 28 de marzo pasado, el Fondo de Mujeres del Sur (FMS) mantuvo un encuentro de intercambio con la legisladora porteña Diana Maffía. El FMS es una fundación que trabaja para promover los derechos de las mujeres, financiando sus iniciativas y reconociendo los grupos y las organizaciones en las que trabajan. La sede funciona en la provincia de Córdoba. Compartimos aquí una entrevista publicada en el boletín electrónico Nº2 del FMS.
– ¿Por qué es feminista?
– Me fui haciendo feminista paulatinamente. Siempre tuve un sentido muy profundo de la justicia y en un momento me di cuenta que algunas de las injusticias tenían que ver con la condición de mujer.
Los primeros obstáculos empezaron a aparecer en la pubertad; tengo un hermano mayor, jugaba con él y, al principio, parecía que las condiciones eran similares. Un día, habré tenido siete años, me dijeron que no saliera a jugar sin remera y yo pregunté por qué mi hermano si podía hacerlo. Comencé a percibir obstáculos o condiciones sociales que restringían mi libertad. Quería hacer algo y no me dejaban, pero no me daban razones, simplemente decían que eso no era para mí.
Siempre fui una persona con un profundo sentimiento de libertad y sensibilidad a la injusticia. Esas cosas en algún momento se juntaron y pensé: «Acá sistemáticamente es mi condición de mujer lo que está influyendo». En ese momento me hice feminista.
– Desde el 2007 es diputada de la Ciudad Autónoma de Buenos Aries, por la Coalición Cívica, ¿cómo aporta al feminismo desde su lugar en la legislatura?
– De varias maneras. Creo que aporto dentro de la agrupación a la que pertenezco, que es muy diversa, y donde mi filiación política es el feminismo. Participo en la Coalición Cívica, pero soy independiente, mi postura política es el feminismo, para el cual trabajé mucho teóricamente. Ahora le estoy poniendo el cuerpo, que siempre es más complicado. La Coalición Cívica es una formación política distinta a las tradicionales. Es una coalición de partidos, agrupaciones sociales y personas, de diferentes orígenes, muy nueva como concepción de lo político. Por lo tanto, tengo un trabajo importante que hacer hacia adentro de la agrupación. Como académica feminista doy letra.
Soy una persona que escribe sobre lo que hace. Esto, me parece, que abre una posibilidad para que otras feministas piensen que ése es un lugar desde el cual las cosas se pueden cambiar. Por supuesto, como feminista legislo de otra manera. Percibo y exijo que se perciba cómo van a impactar, sobre las mujeres, los temas generales de legislación. Si se pretende cerrar un centro de salud, porque no se puede mantener económicamente, yo exijo que se analice cómo va a impactar esa decisión sobre las mujeres que, en general, son las principales usuarias de esos servicios. El cierre de un centro de salud, aunque haya otro cercano, se convertiría en un obstáculo de acceso a la salud, totalmente discriminatorio en relación con el género. Algo que está usado por mujeres principalmente no puede ser objeto de recorte de política pública. La mirada feminista me permite interactuar con el ejecutivo con ciertas exigencias, justificar por qué no acepto determinado tipo de medidas o legislar de cierta manera. Además, me hace sensible a ciertos temas; tengo un proyecto de reglamentación del aborto no punible, que probablemente, si no fuera feminista, no lo abordaría porque no me pone en buena posición con el resto de los políticos, todo lo contrario.