autorDiana Maffía fecha23 Jun 2008 categoriadiálogo, mujeres, todas comentariosDejá tu comentario

«no queremos mujeres tuteladas»

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Entrevista realizada por Parlamentario TV

 

Muy crítica de la administración porteña, Diana Maffía resalta la capacidad de dos mujeres elegidas el año pasado para cargos principalísimos y que, a su juicio están siendo desplazadas por hombres. Una de ellas, la Presidenta de la Nación, por su propio esposo.

La Coalición Cívica aportó dos filósofos al Poder Legislativo en las últimas elecciones. Uno está en el Senado nacional, Samuel Cabanchik, y la otra en la Legislatura porteña, Diana Maffía. Precisamente esta última lleva seis meses ocupando una banca en ese cuerpo legislativo y no tiene empacho en admitir que su experiencia no ha sido buena. Por el contrario, dice que “comenzó a ser mala muy pronto, porque el macrismo, en esta exhibición de presunta agilidad, nos hizo trabajar todo el verano”. Aclara que no se queja por eso -“yo fui a trabajar todo el verano, no como algunos diputados que tuvieron que venir de apuro muy tostaditos a votar, se nota que los sacaron de la reposera y los sentaron en la banca”, ironiza-, pero su queja apunta al primer decreto que sacó este año la administración porteña: la que intervino la Obra Social de la Ciudad de Buenos Aires.Ella trabajó mucho en un proyecto de ley sobre ese tema en el que la Coalición Cívica terminó apoyando la embestida macrista en torno a la SUTECBA. Sin embargo, acaba de renunciar a integrar la Comisión Interdisciplinaria que debería haberse conformado para auditar el cumplimiento de la ley que establece la normativa para la reorganización de la Obsba.“Esto que pasó en los primeros días de enero, me mostró lo que vale la palabra del macrismo; me mostró la capacidad de estafa moral que tienen, la capacidad de corrupción, de hacer negocios a espaldas incluso de las reglas más elementales”, expresa esta diputada que denuncia a su vez una “complicidad” con el kirchnerismo. Una “alianza” que, asegura, “podemos ver en la votación de cualquier negocio que involucre fondos públicos en la Ciudad”.

– ¿La mujer ha dejado ese papel subalterno que tenía hasta ahora en materia política?
– Si pienso en “la mujer” como un universal, como un colectivo, tendría que decir que no, porque en todos los órdenes las mujeres están peor: laboralmente, en cuanto a política sociales, profesionalmente en cuanto a lugares de representatividad… Estadísticamente todavía ocupamos un lugar subalterno; individualmente, algunas mujeres tienen la posibilidad de destacarse. Pero tendríamos que hacer una excepción: cuando una mujer se destaca por su excepcionalidad, no arrastra consigo un espacio importante para todas las mujeres, sino aquellas que revistan el mismo carácter excepcional. Si yo para llegar a la presidencia tengo que ser esposa del presidente anterior, ser ungida por él, sin discusión, sin internas en mi partido, donde nadie se anima a levantar la voz, bueno, las posibilidades de que otra mujer esté en esas condiciones son ínfimas… Ahora, si doy realmente una apertura de los espacios políticos, como la igualdad en el Senado, como la Ley de Cupo en Diputados o en la Legislatura, esto abre espectros de participación importantes.

– A propósito de la Presidenta, teniendo en cuenta los seis meses que lleva en el Gobierno, ¿cuál es la imagen que piensa que está dejando?

– Creo que ella es una figura fuerte, una mujer inteligente, con mucho temperamento y experiencia política; también creo que no tiene un espacio de identidad importante como gestión de Gobierno. Claramente el poder no solamente pasa por otro lado, sino que se exhibe que pasa por otro lado. Se exhibe que las decisiones tienen que pasar por Puerto Madero antes de llegar a la Casa Rosada. Y esa es una situación de humillación. Yo creo que la expectativa cuando pensamos en una presidenta mujer, es que pueda poner su impronta en la presidencia. Y su ofrecimiento cuando estaba en campaña fue: “Vengo a fortalecer la gestión, fortalecer las condiciones republicanas. Voy a renovar el gabinete”… Nada de esto ocurrió; no se renovó el gabinete en sus partes más sospechadas, las formas republicanas están muy debilitadas y la condición de ella como impronta en las decisiones está detrás de la exhibición de poder que hace Néstor Kirchner, como alguien que todavía maneja las decisiones, incluso acerca de quienes van a ser los interlocutores en caso de conflicto. La verdad es que cuando pensamos en espacios para las mujeres, no queremos mujeres tuteladas; sobre todo si esas mujeres, como en el caso de Cristina, tienen trayectoria, son inteligentes, tienen experiencia legislativa…

– ¿Por qué cree que con todos esos atributos que tiene, se dejó avasallar por el marido?

– No, yo no diría que se dejó avasallar. Diría que ella comparte un proyecto de poder, que esta ha sido una decisión de ambos, y que es un poder que en realidad nunca dejó de estar en manos de Néstor Kirchner.

– ¿Y qué significa para las mujeres tener una Presidenta del género?

– Eso significa poco, porque está dentro de un proyecto donde el aspecto femenino es simplemente una puesta en escena. Yo creo que nos deben los avances y que encima hemos tenido retrocesos y en ese sentido soy muy crítica de la gestión.

– En el ámbito porteño tenemos una mujer como Gabriela Michetti, quien vendría a ser la contraparte de Macri en la gestión. ¿Cómo ve el papel de la vicejefa de Gobierno?

– A mí me gusta la impronta de Gabriela Michetti en la gestión de Gobierno de la Ciudad, pero la estoy viendo muy poco. Al comienzo ella era un poco la cara que comunicaba la política pública de Mauricio Macri; ahora la veo menos, y la veo menos en la impronta de los proyectos que nos llegan del Ejecutivo de la Ciudad a la Legislatura. El Ejecutivo manda sus proyectos, tengo que decir que muy desprolijos, mal redactados y con muchas deficiencias, pero manda muchos, eso sí. Y ahí se ve mucho más fuertemente la impronta de Rodríguez Larreta: la impronta economicista, administrativa. En muchas cuestiones en las que tendrían que participar otras comisiones y otros ministerios, el de Hacienda es el que toma decisiones; sobre cultura, salud, educación… Es decir, la visión es economicista y esta es la visión de Rodríguez Larreta, no es la de Gabriela Michetti. No es la cara humana, la cara sensible, que nos prometía esta jefatura de Gobierno como algo que iba a equilibrar lo que todos podíamos esperar de Macri, que es Rodríguez Larreta. En realidad, nos haría falta un poco más de Gabriela Michetti; ella tiene la responsabilidad de que mucha gente haya votado a Macri sin culpa.

– ¿Qué opina de la gestión macrista?

– Es un Gobierno que prometió ciertas cosas y las confundió con otras. Prometió agilidad y confunde eso con velocidad; presentar las cosas rápido no necesariamente es agilidad en la administración. Generalmente las propuestas que se votan en la Legislatura, por parte del bloque de la mayoría, el PRO, son propuestas que vienen del Ejecutivo, muy desprolijas, mal redactadas… Se ha denunciado inconstitucionalidad en un proyecto, por ejemplo, y ellos persisten en la redacción original, porque es lo que les obligan a hacer. Yo creo que es un bloque que está en una situación de humillación con los proyectos que el Ejecutivo envía. Se prometió fortalecer ciertas áreas, como educación, salud y seguridad, y ellos, que tienen un criterio tan economicista, bueno, una manera de evaluar cuál es su gestión es ver qué parte del proyecto ejecutaron. Y la ejecución del presupuesto de salud es del 6%, la de prevención en seguridad es cero… o sea, ver cuál fue su ejecución de proyectos a seis meses de Gobierno nos muestra que en realidad ni esa ejecutividad, ni esa agilidad, eran tales. Hay una enorme improvisación y hay una puesta en manos que son de confianza para el jefe de Gobierno, pero no necesariamente las manos más eficaces, o que más garantías representan para la ciudadanía. Y todo lo que estoy diciendo es muy parecido al Gobierno de Kirchner: es decir, humillar a la Legislatura, poner a los amigos en los cargos. Tanto se criticó la campaña de Telerman porque aparecía su eslogan y su figura bajo la forma de anuncios gubernamentales, y es lo que está haciendo ahora el PRO, con su H mayúscula, que riéndose en el recinto nos decían que era la “H de Horacio”… Yo hubiera preferido la G de Gabriela, pero así están las cosas.

– ¿Vislumbra eventuales fugas dentro del bloque PRO?

– Creo que es un bloque que se está fragmentando, porque esta política del disciplinamiento que tiene es de una línea del Ejecutivo, para decisiones que muchas veces contradicen no solamente las opiniones, sino aquellos proyectos que explícitamente estos diputados ya habían presentado.

– ¿Hay mucha gente pensando en 2011, electoralmente hablando, cuando tenemos 2009 primero?

– Sí, hay gente que desde el 11 de diciembre está pensando y trabajando para la siguiente elección, y no sólo eso, sino haciéndolo con dinero público, desde un cargo público. No hay sesión de la Legislatura que haya pasado las 50 personas. La cuestión del quórum y porqué no pasan de cuarenta y pico los diputados presentes en un recinto donde tendría que haber 60, muestra que la gente evidentemente está haciendo otras cosas en otros lugares. Sería bueno hacerles un seguimiento, ver, si hay diputados que faltan al 50% de las sesiones, qué hacen mientras no están en el lugar donde tendrían que estar.

– ¿Macri está pensando en 2011?

– A mí me resulta difícil decir una frase que comience diciendo “Macri está pensando…”.

– Elisa Carrió sí tiene perspectivas para 2011, antes tiene un 2009.

– Lo que ella afirmó es que estaba dispuesta a hacer el esfuerzo que fuera para poder llegar a presentar una candidatura fuerte en 2011, y si eso implicaba una candidatura en 2009, lo iba a hacer en el orden que fuere. También quiero decir que el trabajo legislativo a Carrió le pesa, y ahora puedo entender un poquito mejor porqué le pesa: porque la palabra no vale nada, el diálogo no existe, los acuerdos se rompen… es un clima de convivencia que no siempre es el que debería ser si uno se atuviera a las formas republicanas y entonces personas de diversos partidos políticos pudieran trabajar en común, logrando consensos, pero no es lo que ocurre, ni en el Congreso de la Nación, ni en la Legislatura de la Ciudad, así que no es una ambición de ella un cargo legislativo, sino más bien una disposición en todo caso para poder llegar a una alternativa presidencial.

– ¿El nivel de la Legislatura es el que esperaba?

– En realidad, yo tengo que moderar mis propias expectativas porque las expectativas son también parte de un aprendizaje. No pertenezco a un partido político, no tenía experiencia, así que las expectativas con las que llegué podían ser erróneas. Entonces no se cumplieron mis expectativas, pero no quiero atribuirlo sólo a fallas de la Legislatura, porque también mis expectativas eran erróneas. A lo mejor no se hace política como yo pensaba, no se establece diálogo entre distintas opiniones, no se toman las resoluciones como pensaba, porque veo que en general hay mucho acuerdo respecto a cómo hacer las cosas que a mí me parecen fuera de lugar. Y también tengo un espacio para quizás tener acciones un poco más novedosas, precisamente porque no participo de las liturgias tradicionales.

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