la política como vocación
Hace casi un siglo, el alemán Max Weber planteaba la necesidad de entender la política como vocación y como servicio a la ciudadanía. Es el mejor resumen que puede hacerse de la trayectoria pública de Raúl Alfonsín, sin caer en los panegíricos que habitualmente se realizan cuando un estadista fallece.
En estas últimas horas muchas frases de condolencias están siendo acompañadas por el reconocimiento a su vida política, desde su lucha por los valores democráticos y la no utilización de la violencia, la oposición a la Guerra de Malvinas y a las dictaduras, hasta la implementación del Juicio a las Juntas, pasando por las dificultades económicas que tuvo durante el ejercicio de su presidencia.
Sin embargo, el fallecimiento de una persona con esa trayectoria trasciende el ámbito de lo público para impactar en nuestras vidas públicas y privadas, en aquellas acciones que nos definen como sujetos ciudadanos. Para muchos y muchas de quienes descubrimos en los ochenta que la política era una herramienta para definirnos como humanos y humanas, y que la democracia era mucho más que una forma de gobierno, Raúl Alfonsín es parte de nuestras biografías personales, de nuestras fortalezas y debilidades públicas en nuestro desarrollo individual y colectivo.
Desde lo personal, gracias por hacer que muchas y muchos hayamos adoptado la ética republicana como nuestra forma de vida personal y comportamiento público. Gracias por horas de lecturas y discusiones para transformarnos en profesionales útiles a un proyecto de país equitativo e igualitario. Gracias por darnos la oportunidad de trabajar en los barrios y allí reconocer a otros y otras como pares más allá de las diferencias. Gracias por la oportunidad de ser protagonistas de la historia.
Patricia Gómez es Jefa de Gabinete de asesor@s de la diputada Maffía
Tal cual, ha tenido incidencia en nuestras vidas privadas tanto como en la pública.
En lo personal, me hizo creer, como bien le hace decir Quino a Mafalda en su homenaje al Dr. Alfonsin. Hizo que me entusiasmara con mis veinte años y creer que algo mejor era factible. Era entrar a la vida luego de años de muerte temblando cuando escuchabamos el preambulo de la Constitucion.
Con sus aciertos y sus errores…me siento feliz solamente con haberme demostrado lo que Mafalda dice.