El machismo ataca, contraataca y mata
Comparto con ustedes esta nota de Liliana Hendel con quien conversamos, junto a Teresa Meana Suarez, sobre género, feminismo y violencia hacia las mujeres, en el marco del 25 de noviembre, Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la(s) Mujer(es).
El machismo ataca, contraataca y mata
Por Liliana Hendel
La autora de este texto -psicóloga, periodista y feminista- dialoga con otras dos referentes, Diana Maffía y Teresa Meana Suárez, en torno al significado del Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Las reivindicaciones. Lo conseguido y lo que falta para lograr detener los femicidios.
Minerva, Patria y María Teresa Mirabal fueron tres hermanas dominicanas asesinadas por orden del dictador Leónidas Trujillo contra quien luchaban. Las mandó a asesinar el 25 de noviembre de 1960. Desde 1981 los movimientos feministas de Latinoamérica, región que padece una de las tasas más altas de violencia machista contra la mujer, se apropian de la fecha y lo convierten en rojo de su propia agenda.
Más tarde, el 17 de diciembre de 1999, la Asamblea General de las Naciones Unidas declaró el 25 de noviembre Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, en honor a las hermanas Mirabal.
Esta crónica de hechos históricos conjuga en tiempo pasado y motiva a revisar textos y periódicos mientras, en el presente, me hago preguntas que comparto con dos feministas de larga trayectoria: Diana Maffia, Doctora en Filosofía y Directora del Observatorio de Género en la Justicia del Consejo de la Magistratura de la Ciudad de Buenos Aires; y la española Teresa Meana Suárez, filóloga que hace de la difusión del uso no sexista del lenguaje su militancia y su pasión.
Teresa estuvo de visita en el país, donde ofreció un conversatorio en el Centro Cultural Tierra Violeta, que dirige Maffía. Aproveché la proximidad de la fecha y las invité para conversar sobre el 25 de noviembre, el feminismo, el futuro. Lo que sigue a continuación es la síntesis de una charla con dos grandes referentes del movimiento de mujeres.
«En su memoria, en memoria de su belleza incomible, hoy 25 de noviembre, es el Día mundial contra la violencia doméstica. O sea contra la violencia de los trujillitos que ejercen la dictadura dentro de cada casa” .
(Mujeres, Eduardo Galeano)
¿Tiene sentido tener una fecha específica? Hay quienes dicen que las fechas se convierten en recordatorios vacíos de contenido.
DM: Sí claro que sirve, tener un día te obliga, tiene sentido, es un factor de reunión. En este caso, el Día Internacional de la No Violencia Contra las Mujeres se inicia el 25 pero llega hasta el 10 de diciembre, es decir que nos preparamos con continuidad, nos mantiene ocupadas en ese foco y convoca a los medios a la posibilidad de hacerse eco de estas preocupaciones. Es una oportunidad y hay que aprovecharla para tener estadísticas disponibles ¿cuántas murieron? ¿de qué edad? ¿habían hecho denuncias?
Sabemos que en la Argentina, cada 30 horas una mujer es asesinada por ser mujer. Hay que hacer que esas cifras sean elocuentes y hacer además que nos permitan hablar sobre las políticas públicas, la que están y las que faltan. La obligación del Estado es garantizar a las mujeres una vida libre de violencia, cualquier cifra va a mostrar una omisión o una ineficiencia.
TM: Pues sí, a mí me parecen importantes las fechas. Es cierto que cuando se acerca el 8 de marzo hay que empezar a oír aquello de ¿por qué un día de la mujer y no del hombre? Pues porque hay 365 días que son del hombre. O la violencia siempre es algo malo, no solo para las mujeres.
Es importante porque además ahora contamos -hace un gesto con sus dedos- en lo que va del año en España, 63 mujeres y 8 niñas y niños, porque ahora aumentó lo de matar a las criaturas para dañar a la mujer.
El 25 de noviembre es una fecha que heredamos, me importa recordar que esta fecha se acordó en un encuentro latinoamericano de mujeres y ahora todo el mundo se sabe la historia de las hermanas Mirabal.
Todo el año estamos igual pero ese es un día que los medios, por ejemplo, se preocupan por poner la situación en evidencia y venir a preguntarte acerca de la violencia contra las mujeres.
DM: Y es interesante además que esta conmemoración haya sido en recordatorio de un asesinato político, que ocurre sobre el cuerpo de las mujeres, un aleccionamiento por no ceder al poder político no solo al acoso sexual de un dictador.
El 8 de marzo también recordemos que tiene que ver con los derechos de las mujeres por la explotación de la mujer trabajadora, ese contexto de alta precariedad sobre el que emergen estas fechas también le aportan significado.
TM: Mira, hace algunos años le sacamos el “trabajadora”. Uno de nuestros lemas era queremos empleo, trabajo nos sobra. Y está claro que, en el caso de las hermanas Mirabal, hay que reivindicar que las han asesinado por su compromiso político y no solo porque una se negó a ceder al acoso sexual de Trujillo.
DM: Tal vez que llegue hasta el 10 de diciembre le cambia la intensidad e interpela de otro modo porque más que un día es una campaña, que termina el Día Internacional de los Derechos Humanos: es como un hilo que comunica el reclamo por la violencia machista con los derechos humanos.
«Mientras bailaban, ella trató con abierta hostilidad a un hombre acostumbrado a que la gente se arrodillara a sus pies. Trujillo percibió su disgusto, la ubicó como lo que ella en realidad era: una hermosa mujer de veintidós años, culta, capaz…y enemiga de su gobierno”.
(Vivas en su jardín, Dedé Mirabal )
¿Cómo recuerdan el inicio de sus vidas feministas?
DM: Pienso que tengo 64; mirá si tendré para recordar: dictadura, democracia; era feminista a los 20 y un poquito en la década del 70 y atravesé distintos momentos políticos y personales. En los 70 la fractura política entre movimientos de izquierda y feminismo era importante. La dictadura perseguía a una mujer que era feminista pero los movimientos de izquierda no lo consideraban como algo de su agenda, porque no se hacían cargo de ser antipatriarcales además de anticapitalistas. Siguen siendo conjunciones difíciles de lograr.
En una recolección de entrevistas que hicimos en Tierra Violeta sobre feminismo y dictadura, yo veía que se recuperaban testimonios de mujeres como militantes pero no como feministas; fue muy interesante ver la diversidad de las respuestas. Entonces, ya había muchas reflexiones para hacer acerca del disciplinamiento que imponían los modelos de la dictadura, los modelos de familia, la responsabilidad de los padres, el retroceso en los derechos de los jóvenes. Todo lo que se había logrado en los 60 retrocedió en los 70. Y no es que retrocedió recién con la dictadura, antes se abonó el terreno. A partir de la muerte de Perón, en el 74, se prohibieron los servicios de anticoncepción en los hospitales públicos, no había derechos sexuales y reproductivos, había un gran control sobre la gente joven, prohibieron centros de estudiantes en escuelas y universidades, había prohibición de sindicalización para docentes, prohibición de libros. Eso ocurrió en el final del gobierno de Isabel, que era democrático formalmente pero hacía un ejercicio del control, de autoritarismo y de persecución cultural y religiosa. Y luego la dictadura que usa esas leyes.
Estudiando ese período descubrí que en 1975 habían venido sacerdotes y personajes del franquismo como asesores a Argentina. Era interventor de la Universidad de Buenos Aires Alberto Ottalagano, un fascista, y el ministro de Educación era Oscar Ivanisevich, que proponía en los 70 las mismas consignas del franquismo: Dios, Patria y Hogar. A pesar de ese conservadurismo, ya había mujeres que activaban políticamente, que rompían paradigmas en el arte.
Se visibilizan esas mujeres, pero no las militancias feministas
DM: Por eso me interesaba tanto y me preguntaba qué habían hecho las feministas en ese tiempo y lo que entendí es que hubo una vuelta a lo privado como estrategia de invisibilización de sobrevivencia. Y todo eso se reactiva con potencia con el regreso a la democracia.
El 8 de marzo de 1984 que fue el primer 8 de marzo de la democracia, el movimiento toma el espacio público en un acto masivo, todavía con el miedo que te soplaba en la nuca. El primer acto que se hizo en el retorno de la democracia fuimos las mujeres que tomamos la calle. ¡Eso es extraordinario!
TM: A nosotras nos sucede igualito. Franco se muere en el 20 de noviembre de 1975. El primer 8 de marzo fue en1976, pero ya estábamos en el feminismo desde el 74. Militábamos en partidos de izquierda, yo era trotskista y cuando íbamos a las marchas los compañeros gritaban: «Amnistía para los presos políticos» y nosotras agregábamos: «Y para las presas que están por ser mujeres».
Es que había mujeres en la cárcel por adulterio y por aborto. Por adulterio… hoy parece increíble ¿verdad? Por eso salíamos a gritar no a la discriminación, delito de adulterio, abolición. El artículo 44 del código decía: “Comete adulterio la mujer casada que yace con un varón que no es su marido”. Era un delito específico, solo para las mujeres.
Entonces lo primero en aquel 8 de marzo fue salir a reclamar por los derechos y la igualdad. Decíamos en nuestros carteles: «Yo soy adúltera o «Yo me divorcio», que no es una reivindicación feminista sino de la democracia.
Enseguida empezamos fuerte con el tema de la igualdad ante la ley, los derechos sexuales y lo más importante: el derecho a diferenciar sexualidad de maternidad. La anticoncepción estaba prohibida.
“Ahora a casi medio siglo de distancia y con la experiencia de los años veo qué avanzada era Minerva para su época… ¿A quién se le ocurría entonces ese tipo de ideas?…sostenía que las mujeres tenían que estudiar, superarse y ocupar el sitio que les correspondía en la sociedad. No podían seguir solo pariendo y cuidando una casa”.
(Vivas en su jardín, Dedé Mirabal )
TM: Cómo nos costó el tema del aborto. Se despenalizó en tres supuestos en 1985 y en el 2010 el PSOE amplió la regulación con la Ley Orgánica libre hasta las 14 semanas. Pero cada tanto hay riesgo de retroceso. En
En 1981 fue el juicio de Basuri, al lado de Bilbao: once mujeres, todas casadas, de clase trabajadora, madres de dos o más niños habían abortado con la misma persona en un barrio. El juicio fue impresionante, vinieron feministas de toda Europa. Fue histórico. Recuerdo que las editoriales tiraban los paquetes de periódicos a las 5 de la mañana. Entonces nos dividíamos los kioscos de Oviedo y a cada ejemplar le poníamos un sello: «Aborto Legal, ya» y lo devolvíamos al puesto así, igual de atado. También subíamos en grupos a los autobuses y colgábamos una pancarta a favor del aborto. Nos ocupaban estos temas; no estaban como hoy estas cifras de terrible violencia física y femicidio. En esos años no era aún una reivindicación. Hoy, el tema es la violencia machista. Nosotras pensábamos que cuando se consiguiera la igualdad se iba a acabar la violencia, como imaginábamos que sucedía en los países nórdicos: mujeres que trabajan, económicamente independientes y libres sexualmente; pero no, ves las cifras de Suecia, Noruega o Dinamarca y te horrorizas, entonces entiendes que esto es una guerra, que el machismo contraataca.
Para mí fue terrible darme cuenta de que la igualdad y la independencia de las mujeres no era la clave para detener la violencia.
¿Les parece que estas situaciones podrían cambiar más rápido si se incorporara el 25 de noviembre en la currícula de la escuela primaria?
DM: No es tan sencillo, hay varias cosas. Hay docentes que trabajan el tema todo el año, en Tierra Violeta recibimos visitas de colegios que vienen a conocer la biblioteca de mujeres y a conversar estos temas. Y no es en una fecha especial.
Cuando era Defensora del Pueblo, recuerdo una vez que mi hija tenía una clase especial de derechos porque era el Día del Niño. A la semana siguiente me llega un documento buenísimo de UNICEF y le sugiero que lo lleve a su clase, pero la profesora le dijo: «No, eso ya pasó». Ese día se habla de la importancia de algo que parece que a la semana siguiente perdió su importancia. El día fijo no garantiza lo que si garantiza el o la docente que tiene compromiso con la temática.
“Las mujeres no pueden saber mucho porque a los hombres no les gustan las mujeres que saben demasiado. ¡Ay no ! tú has leído todos esos libros…no, no hazte de cuenta que no los has leído. Los hombres no se casan con mujeres que saben mucho, le repetía mamá a Minerva”
(Vivas en su jardín, Dedé Mirabal)
Desde sus tempranos feminismos hemos ganado leyes pero algo falla: nos siguen matando, seguimos cobrando menos…
DM: Si pasó otra cosa: se recuperó la democracia y el feminismo fue muy participativo, se trabajaban proyectos de ley para presentar cuando recuperáramos los ámbitos pertinentes. Así se consiguieron leyes muy importantes: divorcio, patria potestad compartida, ley de cupo. Y empiezan a salir leyes que impactan en el cuerpo de las mujeres. El cuerpo se empieza a mostrar como un ámbito de la política después de haber estado neutralizado durante 150 años: acoso sexual, violencia, trata, parto respetado, técnicas de reproducción. Esos temas se legislaron solo cuando entraron las mujeres y eso fue en los últimos 20 años que son los que tiene la ley cupo.
Si pensamos 30 años de democracia los 10 primeros fueron pensar las normas, discutirlas y convertirlas en acciones.
Aprendimos todo lo que hay que demandar para convertirlo en derechos y luego están los organismos de control que sabemos que no existen. Y que no tienen ninguna perspectiva de género. Están ahora discutiendo terminar con la acefalía en la Defensoría del Pueblo. Hay en la terna tres varones, sin el menor pudor.
TM Hay en España una Ley Integral contra la violencia de género que todo el mundo dice que es muy buena pero no hay recursos y las leyes necesitan recursos. Sobre el papel es buenísima, claro, pero sin financiamiento queda en manos de quien queda y si lo discutes te dicen: «es que no hace falta otra cosa, no necesita ninguna reglamentación, lo que falta es aplicar lo que hay».
En Argentina pasa algo similar con la ley para prevenir, sancionar y erradicar todas las formas de violencia contra las mujeres (26.485). Hay quienes dicen que basta la ley, que no es necesaria su reglamentación.
DM Esa es responsabilidad del ejecutivo que cuando reglamenta organiza y distribuye: este es el presupuesto, la ejecución será de este modo, la responsabilidad es de tal organismo y las penalidades serán estas.
El compromiso del ejecutivo tiene que ser explicito, si es implícito no ocurre nunca.
DM: Tengo cierto optimismo, hoy hay una feminista al frente del Instituto Nacional de las Mujeres (ex Consejo Nacional de las Mujeres) con trayectoria y una gran preocupación por esta agenda: femicidios, trata, violencias, con buenos equipos y muchos años de activismo antes de llegar a la función pública.
El Plan de Acción Contra la Violencia es un plan que deberíamos llenar de contenido. No sé si hemos sido suficientemente proactivas las organizaciones, los diferentes grupos del movimiento de mujeres, como para tomar un artículo, trabajarlo, difundirlo, observar que se haga, que se cumpla como un derecho, ver a las autoridades, impulsarlo. No hemos tenido esa apropiación, a veces por esta grieta partidaria que opera en contra de nuestros intereses como mujeres.
El 17 de noviembre se presentó el Plan de Igualdad de Oportunidades y de Trato, a nivel nacional. Tenemos uno en la ciudad, que no se cumple. La pelota está ahora de nuestro lado, tenemos que ver qué hacemos con esta norma abstracta.
Es cierto que a veces son acciones que están divorciadas, por ejemplo el Ministerio de Trabajo recibe a todos los sindicatos y dice que están representados todos los rubros, pero son todos varones. Esto es lo que explica tan bien Teresa con el lenguaje. Cuando están ellos “estamos todos” cuando las mujeres estamos, aunque seamos un montón “estamos solitas”.
¿Cómo ven la próxima década en estos temas?
TM: Estás preguntando a dos optimistas. Estoy muy contenta con la eclosión que está habiendo en todas partes, de la mano de gente ºmuy joven.
DM: Son hijas de un feminismo activo, así como hay nativas digitales hay nativas y nativos feministas.
¿Qué consejo les dan a las que continúan el camino?
DM: No ceder a la tentación de ser una mujer excepcional. Es muy difícil cuando una es la primera en un cargo público. La convicción que hoy tenemos es que desde allí hay que preparar el camino para que otras sigan ocupando ese lugar, no estamos porque somos excepcionales, ni solo por mérito propio. Encontramos que en el razonamiento misógino y patriarcal un caso satura la muestra: tuvieron una presidenta, una rectora, una…
Si se porta excepcionalmente, una vez que una se va puede no haber otra. Y esa quedará como la muestra saturada. Le diría que considere que una de sus misiones allí es asegurarse que puedan venir otras, si lo considera así va a tener muchísima tarea para abrir ese campo. No hemos tenido mujeres con esa actitud, ni de la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner, ni de muchas mujeres que han llegado a lugares históricamente ocupados por varones.
El ejemplo es el trabajo de Dora Barrancos en el CONICET, porque como directora cambió las normas pensando en las necesidades de las mujeres para hacer una carrera como investigadora, eso es lo que considero un trabajo feminista. Ampliar desde el poder las posibilidades para las demás mujeres.
TM: A mí me gustaría que estén más atentas a cómo el machismo contrataca y se nos mete dentro, porque creo que tenemos muchos debates estériles, desgastantes y ajenos. En España hubo una ruptura terrible entre lo que se llamó feminismo autónomo y feminismo de mujeres que militan en partidos políticos.
En un encuentro que hubo en Granada en el 89 el feminismo se partió como se parte en tantos sitios. Eso me parece una pena. A veces, por ejemplo, es la discusión de los liderazgos. Todas llevamos el patriarcado dentro, no somos perfectas, solo somos feministas; pero tenemos debates que no nos ayudan a avanzar.
…
Nos despedimos soñando con un partido feminista, de varones y mujeres que en su plataforma anteponga la igualdad. “Es desolador”, volvemos a coincidir, ver cuántas mujeres de derecha, que se oponen a nuestras reivindicaciones han llegado a donde están gracias a que el feminismo abrió las puertas cerradas durante siglos. Por eso necesitamos personas con compromiso con los ideales de igualdad del feminismo.
Pero, somos optimistas, llega otro 25 de noviembre y esta vez nos encuentra con mucha gente joven trabajando con los mismos ideales. Nos siguen matando es cierto, pero hemos cambiado el mundo.
«Dedico esta obra a mi pueblo, sobre todo a los jóvenes que veneran la memoria de mis hermanas. A los amigos y amigas que tuvieron el valor de estar a nuestro lado en los momentos críticos y de peligro».
(Vivas en su jardín, Dedé Mirabal)
*Liliana Hendel es psicóloga y periodista, coordina la Red Internacional de Periodistas con Visión de Género en Argentina y es autora de Las mentiras del Patriarcado (Paidós)