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opinión

hasta siempre querido Presidente Raúl Alfonsín

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Ha muerto Raúl Alfonsín, el hombre cuyas últimas palabras públicas fueron «tenemos que querernos más los argentinos», y tuvo como lema en su campaña presidencial de 1983  «somos la vida, somos la paz.»

La vida me dio el privilegio de conocerlo cuando ya no era Presidente, puedo recordarlo divertido, atento, encantador.

Cuando veía nuestras películas sobre las feministas bajaba la voz y decía «yo no sabía todo esto» y se mostraba interesado en saber más, en aprender.

Lo filmamos innumerables veces en charlas, discursos, visitas a municipios de la Provincia de Buenos Aires, siempre cerca del pueblo, aún cuando en ese tiempo estaba de moda denostarlo.

Recorría el país para ir a los actos que se hacían en pequeños pueblitos. «Aunque haya una sola persona que me quiera escuchar yo voy a ir», decía. En uno de esos viajes sufrió un terrible accidente que nos tuvo en vilo muchos días.

Fue un gran demócrata y, lo más importante, una gran persona.

Hoy es un día de lágrimas.

Mañana seguiremos trabajando para lograr lo que Raúl Alfonsín nunca se cansó de repetir: «Con la Democracia se come, se cura y se educa».

Hasta siempre Raúl.

*Elsa Ramos es asesora de Cultura y Comunicación de Diana Maffía

la política como vocación

Hace casi un siglo, el alemán Max Weber planteaba la necesidad de entender la política como vocación y como servicio a la ciudadanía. Es el mejor resumen que puede hacerse de la trayectoria pública de Raúl Alfonsín, sin caer en los panegíricos que habitualmente se realizan cuando un estadista fallece.

En estas últimas horas muchas frases de condolencias están siendo acompañadas por el reconocimiento a su vida política, desde su lucha por los valores democráticos y la no utilización de la violencia, la oposición a la Guerra de Malvinas y a las dictaduras, hasta la implementación del Juicio a las Juntas, pasando por las dificultades económicas que tuvo durante el ejercicio de su presidencia.

Sin embargo, el fallecimiento de una persona con esa trayectoria trasciende el ámbito de lo público para impactar en nuestras vidas públicas y privadas, en aquellas acciones que nos definen como sujetos ciudadanos. Para muchos y muchas de quienes descubrimos en los ochenta que la política era una herramienta para definirnos como humanos y humanas, y que la democracia era mucho más que una forma de gobierno, Raúl Alfonsín es parte de nuestras biografías personales, de nuestras fortalezas y debilidades públicas en nuestro desarrollo individual y colectivo.

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Desde lo personal, gracias por hacer que muchas y muchos hayamos adoptado la ética republicana como nuestra forma de vida personal y comportamiento público. Gracias por horas de lecturas y discusiones para transformarnos en profesionales útiles a un proyecto de país equitativo e igualitario. Gracias por darnos la oportunidad de trabajar en los barrios y allí reconocer a otros y otras como pares más allá de las diferencias. Gracias por la oportunidad de ser protagonistas de la historia.

Patricia Gómez es Jefa de Gabinete de asesor@s de la diputada Maffía

Yo, Julieta Lanteri

Por iniciativa de la Diputada Diana Maffía, actualmente se impulsa en la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires un proyecto de ley de nomenclatura para incorporar a la Estación «Carabobo» de la Línea A una estética cultural histórica y un desarrollo temático vinculado con la vida y obra de Julieta Lanteri, destacada luchadora por los derechos civiles y políticos de las mujeres argentinas e injustamente olvidada por la historia oficial.

Por Elsa Ramos*

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El 23 de febrero de 1932 Julieta Lanteri murió víctima de un dudoso accidente. Médica, feminista y luminosa luchadora por los derechos civiles y políticos de las mujeres.

Adelia Di Carlo, periodista y amiga de Julieta fue quien sembró la duda sobre las causas de su muerte al escribir en las páginas de Caras y Caretas que Julieta había recibido amenazas y temía por su vida. La historia de esos temores había comenzado dos años antes.

El 8 de setiembre de 1930 un golpe de Estado encabezado por el General Uriburu derrocó al Presidente de la Nación don Hipólito Yrigoyen y lo envió detenido a la Isla Martin García.

El Ministro del Interior del gobierno de facto, Matías Sanchez Sorondo, convocó al poeta Leopoldo Lugones para escribir la proclama del cuartelazo. Este poeta propagandista del golpe de Estado había definido al feminismo como «una enfermedad social, un mero agente de destrucción».

La Legión Cívica Argentina organización paramilitar comandada por Manuel Carlés se había sumado a la cruzada de la dictadura para «recuperar los valores nacionales» persiguiendo a anarquistas, comunistas, socialistas, judíos y feministas.

El Jefe de Policía Leopoldo Lugones (hijo) convirtió la Penitenciaría Nacional de la calle Las Heras en un centro de tortura y muerte y encarceló hombres y mujeres en la más despiadada represión política contra todo lo que considerara opositor.

Durante el año del gobierno de Uriburu, Julieta Lanteri sólo trabajó en su consultorio y las reuniones feministas se convirtieron en veladas literarias, una forma de reunirse sin llamar la atención.

En 1931 después de las elecciones basadas en el fraude, Julieta decide desempolvar su Partido Feminista.

El 20 de febrero de 1932 asume la Presidencia de la Nación el General Agustín P. Justo.

Al día siguiente se producen manifestaciones de socialistas y radicales en varios puntos de la Ciudad, que pedían «procesos a todos los responsables de la tiranía y castigo y disolución de la Legión Cívica». Los  miembros de esa organización los atacan a balazos .
Mientras tanto Julieta reunida con otras feministas, pone en marcha la convocatoria de afiliadas del Partido Feminista, sabía que la lucha que iba a ser más dura que antes y hace un aporte de setecientos pesos para la campaña.

El 23 de febrero a las tres de la tarde, Julieta caminaba por Diagonal Norte y Suipacha cuando un automóvil subió a la vereda y la atropelló. El impacto le parte el cráneo, la internan pero los esfuerzos de sus colegas no pueden salvarla y muere el 25 de febrero de 1932.

Las actas policiales sobre el supuesto accidente son ilegibles, los expedientes judiciales han desaparecido. Sólo sabemos que el chofer del automóvil era de la Legión Cívica.

El trámite de sucesión muestra una absoluta bancarrota, había perdido todas sus propiedades y sólo le quedaban deudas que la subasta de sus pocas pertenencias no pudieron cubrir.

Julieta Lanteri lo había entregado todo: vida y bienes a la causa de las mujeres.

Hoy la recordamos en el Aniversario de su muerte. Pero quienes seguimos en el camino de su lucha, todos los días celebramos su vida.

*Asesora de la diputada Diana Maffía en la Comisión de Cultura de la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires.

Lea aquí el proyecto completo

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…si de conservar se trata…

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el ser feminista según Florence Thomas

Gracias Luciana por enviarnos el siguiente texto de Florence Thomas, cofundadora del grupo Mujer y Sociedad de la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional de Colombia.

Soy feminista

Nunca he declarado la guerra a los hombres; no declaro la guerra a nadie, cambio la vida: soy feminista. No soy ni amargada ni insatisfecha: me gusta el humor, la risa, pero sé también compartir los duelos de las miles de mujeres víctimas de violencia: soy feminista. Me gusta con locura la libertad más no el libertinaje: soy feminista.

No soy pro-abortista, soy pro-opción porque conozco a las mujeres y creo en su enorme responsabilidad: soy feminista. No soy lesbiana, y si lo fuera ¿cuál sería el problema? Soy feminista. Soy feminista porque no quiero morir indignada. Soy feminista y defenderé hasta donde puedo hacerlo a las mujeres, a su derecho a una vida libre de violencias.

Soy feminista porque creo que hoy día el feminismo representa uno de los últimos humanismos en esta tierra desolada y porque he apostado a un mundo mixto hecho de hombres y mujeres que no tienen la misma manera de habitar el mundo, de interpretarlo y de actuar sobre él.

Soy feminista porque me gusta provocar debates desde donde puedo hacerlo. Soy feminista para mover ideas y poner a circular conceptos; para deconstruir viejos discursos y narrativas, para desmontar mitos y estereotipos, derrumbar roles prescritos e imaginarios prestados.

Soy feminista para defender también a los sujetos inesperados y su reconocimiento como sujetos de derecho, para gays, lesbianas y transgeneristas, para ancianos y  ancianas, para niños y niñas, para indígenas y afrodescendientes y para todas las mujeres que no quieren parir un solo hijo más para la guerra.

Soy feminista y escribo para las mujeres que no tienen voces, para todas las mujeres, desde sus incontestables semejanzas y sus evidentes diferencias. Soy feminista porque el feminismo es un movimiento que me permite pensar también en nuestras hermanas afganas, ruandesas, croatas, iraníes, que me permite pensar en las niñas africanas cuyo clítoris ha sido extirpado, en todas las mujeres que son obligadas a cubrirse de velos, en todas las mujeres del mundo maltratadas, víctimas de abusos, violadas y en todas las que han pagado con su vida esta peste mundial llamada misoginia. Sí, soy feminista para que podamos oír otras voces, para aprender a escribir el guión humano desde la complejidad, la diversidad y la pluralidad.

Soy feminista para mover la razón e impedir que se fosilice en un discurso estéril al amor. Soy feminista para reconciliar razón y emoción y participar humildemente en la construcción de sujetos sentipensantes como los llama Eduardo Galeano. Soy feminista y defiendo una epistemología que acepte la complejidad, las ambigüedades, las incertidumbres y la sospecha.

Sé hoy que no existe verdad única, Historia con H mayúscula, ni Sujeto universal. Existen verdades, relatos y contingencias; existen, al lado de la historia oficial tradicionalmente escrita por los hombres, historias no oficiales, historias de las vidas privadas, historias de vida que nos enseñan tanto sobre la otra cara del mundo, tal vez su cara más humana.

En fin soy feminista tratando de atravesar críticamente una moral patriarcal de las exclusiones, de los exilios, de las orfandades y de las guerras, una moral que nos gobierna desde hace siglos. Trato de ser feminista en el contexto de una modernidad que cumple por fin sus promesas para todos y todas.

Como dice Gilles Deleuze «siempre se escribe para dar vida, para liberarla cuando se encuentra prisionera, para trazar líneas de huida». Sí, trato de trazar para las mujeres de este país líneas de huida que pasen por la utopía. Porque creo que un día existirá en el mundo entero un lugar para las mujeres, para sus palabras, sus voces, sus reivindicaciones, sus desequilibrios, sus desórdenes, sus afirmaciones en cuanto seres equivalentes políticamente a los hombres y diferentes existencialmente.

Un día, no muy lejano, espero, dejaremos de atraer e inquietar a los hombres; dejaremos de escindirnos en madres o putas, en Marías o Evas, imágenes que alimentaron durante siglos los imaginarios patriarcales; habremos aprendido a realizar alianzas entre lo que representa María y lo que significa Eva. Habremos aprendido a ser mujeres, simplemente mujeres. Ni santas, ni brujas; ni putas, ni vírgenes; ni sumisas, ni histéricas, sino mujeres, resignificando ese concepto, llenándolo de múltiples contenidos capaces de reflejar  novedosas prácticas de sí que nuestra revolución nos entregó; mujeres que no necesiten más ni amos, ni maridos, sino nuevos compañeros dispuestos a intentar reconciliarse con ellas desde el reconocimiento imprescindible de la soledad y la necesidad imperiosa del amor.

Por esto repito tantas veces que ser mujer hoy es romper con los viejos modelos esperados para nosotras, es no reconocerse en  lo ya pensado para nosotras, es extraviarse como lo expresaba tan bellamente esta feminista italiana Alessandra Bocchetti. Sí, no reconocerse en lo ya pensado para nosotras. Por esto soy una extraviada, soy feminista. Y lo soy con el derecho también a equivocarme.

Florence Thomas
Cofundadora del grupo Mujer y Sociedad
FACULTAD DE CIENCIAS HUMANAS
UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA
Marzo, 2008