Desde sus tempranos feminismos hemos ganado leyes pero algo falla: nos siguen matando, seguimos cobrando menos…
DM: Si pasó otra cosa: se recuperó la democracia y el feminismo fue muy participativo, se trabajaban proyectos de ley para presentar cuando recuperáramos los ámbitos pertinentes. Así se consiguieron leyes muy importantes: divorcio, patria potestad compartida, ley de cupo. Y empiezan a salir leyes que impactan en el cuerpo de las mujeres. El cuerpo se empieza a mostrar como un ámbito de la política después de haber estado neutralizado durante 150 años: acoso sexual, violencia, trata, parto respetado, técnicas de reproducción. Esos temas se legislaron solo cuando entraron las mujeres y eso fue en los últimos 20 años que son los que tiene la ley cupo.
Si pensamos 30 años de democracia los 10 primeros fueron pensar las normas, discutirlas y convertirlas en acciones.
Aprendimos todo lo que hay que demandar para convertirlo en derechos y luego están los organismos de control que sabemos que no existen. Y que no tienen ninguna perspectiva de género. Están ahora discutiendo terminar con la acefalía en la Defensoría del Pueblo. Hay en la terna tres varones, sin el menor pudor.
TM Hay en España una Ley Integral contra la violencia de género que todo el mundo dice que es muy buena pero no hay recursos y las leyes necesitan recursos. Sobre el papel es buenísima, claro, pero sin financiamiento queda en manos de quien queda y si lo discutes te dicen: «es que no hace falta otra cosa, no necesita ninguna reglamentación, lo que falta es aplicar lo que hay».
En Argentina pasa algo similar con la ley para prevenir, sancionar y erradicar todas las formas de violencia contra las mujeres (26.485). Hay quienes dicen que basta la ley, que no es necesaria su reglamentación.
DM Esa es responsabilidad del ejecutivo que cuando reglamenta organiza y distribuye: este es el presupuesto, la ejecución será de este modo, la responsabilidad es de tal organismo y las penalidades serán estas.
El compromiso del ejecutivo tiene que ser explicito, si es implícito no ocurre nunca.
DM: Tengo cierto optimismo, hoy hay una feminista al frente del Instituto Nacional de las Mujeres (ex Consejo Nacional de las Mujeres) con trayectoria y una gran preocupación por esta agenda: femicidios, trata, violencias, con buenos equipos y muchos años de activismo antes de llegar a la función pública.
El Plan de Acción Contra la Violencia es un plan que deberíamos llenar de contenido. No sé si hemos sido suficientemente proactivas las organizaciones, los diferentes grupos del movimiento de mujeres, como para tomar un artículo, trabajarlo, difundirlo, observar que se haga, que se cumpla como un derecho, ver a las autoridades, impulsarlo. No hemos tenido esa apropiación, a veces por esta grieta partidaria que opera en contra de nuestros intereses como mujeres.
El 17 de noviembre se presentó el Plan de Igualdad de Oportunidades y de Trato, a nivel nacional. Tenemos uno en la ciudad, que no se cumple. La pelota está ahora de nuestro lado, tenemos que ver qué hacemos con esta norma abstracta.
Es cierto que a veces son acciones que están divorciadas, por ejemplo el Ministerio de Trabajo recibe a todos los sindicatos y dice que están representados todos los rubros, pero son todos varones. Esto es lo que explica tan bien Teresa con el lenguaje. Cuando están ellos “estamos todos” cuando las mujeres estamos, aunque seamos un montón “estamos solitas”.
¿Cómo ven la próxima década en estos temas?
TM: Estás preguntando a dos optimistas. Estoy muy contenta con la eclosión que está habiendo en todas partes, de la mano de gente ºmuy joven.
DM: Son hijas de un feminismo activo, así como hay nativas digitales hay nativas y nativos feministas.
¿Qué consejo les dan a las que continúan el camino?
DM: No ceder a la tentación de ser una mujer excepcional. Es muy difícil cuando una es la primera en un cargo público. La convicción que hoy tenemos es que desde allí hay que preparar el camino para que otras sigan ocupando ese lugar, no estamos porque somos excepcionales, ni solo por mérito propio. Encontramos que en el razonamiento misógino y patriarcal un caso satura la muestra: tuvieron una presidenta, una rectora, una…
Si se porta excepcionalmente, una vez que una se va puede no haber otra. Y esa quedará como la muestra saturada. Le diría que considere que una de sus misiones allí es asegurarse que puedan venir otras, si lo considera así va a tener muchísima tarea para abrir ese campo. No hemos tenido mujeres con esa actitud, ni de la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner, ni de muchas mujeres que han llegado a lugares históricamente ocupados por varones.
El ejemplo es el trabajo de Dora Barrancos en el CONICET, porque como directora cambió las normas pensando en las necesidades de las mujeres para hacer una carrera como investigadora, eso es lo que considero un trabajo feminista. Ampliar desde el poder las posibilidades para las demás mujeres.
TM: A mí me gustaría que estén más atentas a cómo el machismo contrataca y se nos mete dentro, porque creo que tenemos muchos debates estériles, desgastantes y ajenos. En España hubo una ruptura terrible entre lo que se llamó feminismo autónomo y feminismo de mujeres que militan en partidos políticos.
En un encuentro que hubo en Granada en el 89 el feminismo se partió como se parte en tantos sitios. Eso me parece una pena. A veces, por ejemplo, es la discusión de los liderazgos. Todas llevamos el patriarcado dentro, no somos perfectas, solo somos feministas; pero tenemos debates que no nos ayudan a avanzar.
…
Nos despedimos soñando con un partido feminista, de varones y mujeres que en su plataforma anteponga la igualdad. “Es desolador”, volvemos a coincidir, ver cuántas mujeres de derecha, que se oponen a nuestras reivindicaciones han llegado a donde están gracias a que el feminismo abrió las puertas cerradas durante siglos. Por eso necesitamos personas con compromiso con los ideales de igualdad del feminismo.
Pero, somos optimistas, llega otro 25 de noviembre y esta vez nos encuentra con mucha gente joven trabajando con los mismos ideales. Nos siguen matando es cierto, pero hemos cambiado el mundo.
«Dedico esta obra a mi pueblo, sobre todo a los jóvenes que veneran la memoria de mis hermanas. A los amigos y amigas que tuvieron el valor de estar a nuestro lado en los momentos críticos y de peligro».
(Vivas en su jardín, Dedé Mirabal)
*Liliana Hendel es psicóloga y periodista, coordina la Red Internacional de Periodistas con Visión de Género en Argentina y es autora de Las mentiras del Patriarcado (Paidós)