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El papa y los derechos sexuales y reproductivos

Comparto con ustedes una nota publicada en el Newsletter N° 13 de Sex Policy Wartch Online (recomiendo visitar el boletín completo, en español, en http://www.sxpolitics.org/es/?p=2149 ).

El papa y los derechos sexuales y reproductivos

La posición de la Iglesia Católica no ha sido uniforme en América Latina en relación a los derechos humanos, como bien lo ilustra el diverso compromiso que sus representantes asumieron en relación a las sangrientas dictaduras de la segunda mitad del siglo XX. Desde las posiciones cercanas al marxismo que inspiraron formas novedosas de desarrollo teológico, hasta afirmaciones preconciliares que en lenguaje y acción emulan a la Inquisición, encontramos una Iglesia que acompaña los movimientos populares emancipatorios y también una que establece alianzas criminales con los genocidas. No es sencillo entonces responder cuáles son los cambios que en derechos humanos implica un papa latinoamericano. Pero quizás es más uniforme la postura en relación a los derechos sexuales y reproductivos, ya que incluso la Teología de la Liberación tiene posiciones tradicionales y misóginas sobre el papel de las mujeres y su autonomía.

Cuando en 1995 la ONU realizó la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer en Beijing, hubo un profundo quiebre geopolítico en las demandas. El liderazgo de los reclamos en derechos sexuales y reproductivos lo llevaba Europa, pero con una clausura sobre cualquier debate en relación a las diferencias económicas de las distintas regiones para responder a las obligaciones estatales que significaba la plenitud de esos derechos. América Latina, en cambio, llevaba el tema de la pobreza; y en la preparación de los contingentes de mujeres tuvo mucha incidencia la Iglesia Católica, que se negó a incluir las demandas de derechos sexuales y reproductivos. Allí se vivió entonces la tensión de no poder discutir los derechos al propio cuerpo y a la propia autonomía en contextos de pobreza y opresión. Una tensión que expresa la complejidad del continente en el reclamo de sus derechos, que atraviesa su feminismo con demandas de clase, de etnia, de color, de edad, y que no puede reclamar asépticamente derechos desencarnados. El papa Francisco con sus gestos personales de austeridad pone en cuestión los privilegios desmesurados, reniega de la distancia de un protocolo costoso y estéril, produce un fuerte descentramiento del sujeto europeo como representante de la humanidad, llama a los sacerdotes a compartir las condiciones de vida de su grey, todos efectos que están conmoviendo a la comunidad católica sacudiendo un hábito que al criticarlo se muestra como injusto. También explicita que dos de las principales lacras no serán toleradas: el silencio y el encubrimiento frente a los escandalosos abusos sexuales, y la corrupción económica y alianzas mafiosas de las finanzas del Vaticano.

En relación a las mujeres, el actual papa reafirmó las críticas del Vaticano formuladas por su antecesor Benedicto XVI hacia la Conferencia de Liderazgo de Mujeres Religiosas, que representa a más del 80 por ciento de las 57.000 monjas católicas en Estados Unidos. Se las acusó de tener “graves problemas doctrinales” y promover “temas feministas radicales incompatibles con la fe católica”, criticando especialmente su postura flexible en temas como anticoncepción y homosexualidad. Las monjas, que gozan deun amplio apoyo entre los católicos norteamericanos, tuvieron una entrevista con el actual director de la Congregación para la Doctrina de la Fe (ex Inquisición). El departamento doctrinal criticó a la Conferencia por desafiar a obispos y por permanecer “callada sobre el derecho a la vida”, diciendo que no había tenido una “visión bíblica de la vida familiar y la sexualidad humana” como tema central en su agenda.
Las monjas apoyaron la reforma de salud del presidente Barack Obama, en la que se incluye un seguro obligatorio de cobertura de métodos anticonceptivos, mientras que los obispos del país se opusieron a ella (lea más). Obispos que, es bueno resaltar, encubrieron graves casos de pedofilia y produjeron un enorme desgaste de la investidura religiosa ante la opinión pública. En su llamado de atención a las monjas para que permanecieran bajo la autoridad de los obispos, el Vaticano reconoce y resalta su trabajo pastoral con los pobres y enfermos.

Este episodio nos muestra con claridad el lugar de las mujeres en la iglesia, que por motivos dogmáticos no forman parte del sacerdocio y no participan por tanto en igualdad de condiciones con los varones en la interpretación de los preceptos bíblicos y las reglas pastorales. También muestra la reluctancia del actual papado a reconocer los derechos sexuales y reproductivos como derechos humanos. Y por último, ilustra la separación entre el tema de la pobreza y el de los derechos sexuales que casi 20 años después de Beijing sigue fracturado en los discursos pero trágicamente unido en los cuerpos de las mujeres de América Latina. Esta dicotomía entre el compromiso con los pobres y la oposición al ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos se expresa en el apoyo enfático del obispo Bergoglio a los llamados “curas villeros”, que trabajan en los asentamientos urbanos con aquellos olvidados de la política pública tales como los jóvenes sin educación ni empleo adictos al paco, y la oposición activa y simultánea al reconocimiento de derechos vinculados al cuerpo, los arreglos afectivos, las configuraciones familiares.

En Argentina el Episcopado tiene funcionarios que participan de las deliberaciones legislativas e incluso de reuniones con el poder ejecutivo para incidir en las normas y en su reglamentación y aplicación. Y esos funcionarios y sus asesores han presionado fuertemente para impedir que se legisle sobre derechos sexuales y reproductivos. Una vez promulgadas las leyes, presionan para que no se distribuyan los métodos anticonceptivos (y en algunas provincias lo han logrado, asociadas con sus gobernadores). Presionan a los profesionales médicos para que no se realicen los abortos que la ley contempla como no punibles, a los jueces para que reciban amparos a favor del “niño por nacer” y rechacen aquellos a favor de la interrupción del embarazo; y a los docentes para que no se aplique la enseñanza de educación sexual en las escuelas.

El poder de la Iglesia en Argentina se debilitó por sus antagonismos con el poder ejecutivo en la persistente denuncia de la pobreza, y posibilitó el avance de leyes progresistas como la de matrimonio igualitario y la de identidad de género. Pero la entronización de Francisco significó un acercamiento explícito de la presidenta al Vaticano, que tuvo como inmediata consecuencia la visita del nuevo Arzobispo de Buenos Aires (que reemplaza a Jorge Bergoglio en este cargo) para pedir que no se avance con la reforma del Código Civil que contemplaba una ampliación del derecho de filiación para las parejas tanto en la adopción como en el uso de técnicas de reproducción asistida, derechos ambos que alcanzan la ampliación de las familias bajo la ley de matrimonio igualitario.

En la sociedad argentina, el impacto de la elección de Francisco es muy fuerte y está acompañado por una enorme cobertura en los medios de comunicación. La población es tradicionalmente católica pero con poco compromiso por las observaciones doctrinales. El hecho de que el nuevo papa expresara una postura opositora políticamente al gobierno nacional mientras se desempeñaba como Arzobispo, tiñe este impacto comunicativo de otras intenciones en la tensión de poder en un año electoral. De hecho, los principales alfiles políticos del ejecutivo nacional tuvieron una reacción muy crítica ante la elección de Francisco, y luego debieron desdecirse cuando la Presidenta Cristina Kirchner elogió y acompañó el proceso de entronización.

Un antagonismo explícito de Bergoglio con la ley de Matrimonio Igualitario que permitió la unión de parejas homosexuales, fue un punto de contraste muy fuerte entre la política de apertura del kirchnerismo con los derechos de la diversidad y la demonización de la homosexualidad que hizo la jerarquía eclesiástica. En cambio, dado que la propia Cristina Kirchner impide el debate del derecho al aborto legal, este no es un punto de fricción y por el contrario, es un reaseguro para la oposición de la iglesia a la ampliación y ejercicio del derecho a la interrupción voluntaria del embarazo.

En este contexto, que Abuelas de Plaza de Mayo (que nunca tuvo un acercamiento a Bergoglio en Argentina, y fue una de las instituciones críticas a su asunción) haya visitado al papa , sólo indica la expectativa de que el Vaticano abra sus archivos y permita el acceso a la información de la iglesia sobre los años sangrientos de la dictadura. Algo que en Argentina nunca se hizo, a pesar incluso de los juicios por delitos de lesa humanidad.
La iglesia es muy desigual en la sanción a sus ministros, como puede verse en tres casos emblemáticos:

El sacerdote católico Christian Von Wernich fue condenado por el Tribunal Oral Federal número Uno de La Plata a reclusión perpetua por haber participado en 7 homicidios, en 31 delitos de tormento (o sea que torturaba a sus víctimas) y en por lo menos 42 privaciones ilegales de libertad (participó en el secuestro de muchas de sus víctimas). Carlos Rozanski, presidente del tribunal, subrayó que los crímenes de este cura fueron “delitos de lesa humanidad” cometidos en el marco del genocidio que tuvo lugar entre 1976 y 1983, en la dictadura militar argentina. A pesar de la sanción, Von Wernich goza del privilegio de ejercer el ministerio sacerdotal.

Julio César Grassi es un sacerdote católico, director de una Fundación llamada “Felices los Niños” que alojaba niños separados de sus familias, y fue denunciado por algunos de esos menores por abuso sexual. La causa contra Julio César Grassi se inició en 2002 y llegó a juicio en 2009. Se lo acusó por 17 hechos de abuso sexual y corrupción de menores en perjuicio de tres chicos de la Fundación que conducía. Fue condenado a 15 años de prisión. Solicitó la prisión domiciliaria que implicaba impedimento de contacto con la Fundación, pero incumplió las restricciones. Grassi mantiene el privilegio de dar misa y ejercer el ministerio sacerdotal.

Nicolás Alessio se ordenó sacerdote el 3 de diciembre 1981. Desde entonces ejerció un ministerio con fuerte compromiso pastoral. En 2010 se lo acusó por impartir el sacramento del matrimonio, en forma contraria a lo que dice la doctrina católica. Concretamente, por habercasado a parejas del mismo sexo o divorciadas (según sostuvo el Obispado de Córdoba, donde ejercía su ministerio). El Vaticano, a través de la Congregación para el Clero, decidió el 6 de febrero de 2013 que Alessio ya no tenga más los derechos propios del sacerdocio. Por incluir dentro del ministerio de la fe a homosexuales y divorciados, el Vaticano le quitó el estado clerical, por lo cual dejó de estar en la lista de curas católicos. Desde el 6 de febrero de 2013, ninguna de sus acciones tendrá legitimidad en el marco del dogma de fe.

El tratamiento de estos casos muy resonados en la opinión pública ilustra los compromisos de la jerarquía católica – casi siempre antagónicos de los movimientos sociales emancipatorios en materia de sexualidad y autonomía personal- y nos recuerda que el esfuerzo tranformador es tan necesario como antes de la entronización del papa Francisco. La política de austeridad y la visibilización del Sur global que encarna Francisco de ninguna manera implica un avance en la agenda de los derechos sexuales y reproductivos en nuestra región. Es necesario tejer estrategias múltiples y variadas para sostener avances y ganar terrenos frente al nuevo papado.

Publicado en http://www.sxpolitics.org/es/?p=2130 el 18 de julio de 2013

Entrevista en Informe de Noticias, género y Poder Judicial

Comparto a continuación la entrevista publicada en el Informe de Noticias de junio (*) de la Secretaría General de Acceso a Justicia:

“Hay que ampliar la mirada sobre el género, repensar los estereotipos y las relaciones entre los géneros, como relevantes para el Poder Judicial”, sostiene Diana Maffía, directora del Observatorio de Género en la Justicia de la CABA. El organismo, en funciones desde 2012, depende del Consejo de la Magistratura porteño y  tiene a su cargo la investigación y promoción de iniciativas tendientes a alcanzar la igualdad entre los géneros.
-En los últimos años se dieron cambios importantes en la normativa argentina sobre cuestiones de género, como la ley de matrimonio igualitario y la ley de identidad de género. ¿Cuál será su incidencia en la gente?
-Las leyes son el efecto de un cambio que ya hay en la sociedad. La ley de matrimonio igualitario estuvo precedida por una campaña muy rápida y con mucho consenso social. Se legitimaron familias homoparentales que ya existían, de dos hombres o dos mujeres con hijos a cargo. La presunción de que una pareja homosexual tiene más tendencia al abuso o la violencia es prejuiciosa y responde a una consideración patológica de la homosexualidad como perversión, como sujetos peligrosos que deben ser perseguidos. La Comunidad Homosexual Argentina (CHA) en “Adopción, la caída del prejuicio” publicó una investigación que dejaba en claro que los resguardos para proteger a los niños y niñas en adopción son que no haya violencia, abuso, explotación de menores; independientemente de cualquier estructura. La ley de matrimonio igualitario genera cambios administrativos e importantes porque legitiman esas parejas homosexuales. También marcan la laicidad de la sociedad. Si bien el matrimonio religioso por dogma no va a aceptar este tipo de uniones, la ley expresa la voluntad de una sociedad plural y laica que decide las legitimaciones institucionales de contratos, como el matrimonio, con protección del Estado. La ley de identidad de género, por su parte, va a traer muchísimos cambios y creo que algunos todavía no son visibles. Va a vincular el género asignado en el documento con la autopercepción de una persona, no con su cuerpo. Hasta ahora un cuerpo y sobre todo una genitalidad estaban relacionados con un género. Cuando alguien quería cambiar el género asignado debía pedir autorización judicial, que implicaba una evaluación psiquiátrica y médica.
-Incluso había que presentar testigos…
-Claro, porque se consideraban los datos biográficos de la persona. La verdadera identidad la establecían un médico y un psiquiatra, en base a ciertos estereotipos. Si a mí me interrogaran yo tendría que decir nunca jugué con Barbies, pero no por eso me tienen que sacar el género que me asignaron. Todavía ahora es el médico quien asigna el género en el acta de nacimiento de las niñas o de los varones. Hoy la persona puede o no modificar su cuerpo de acuerdo a su necesidad de construir su género, y para acceder a la salud integral. Ahora ya no se pide que se cambie la genitalidad para cambiar de género: se acepta la identidad autopercibida y si el interesado lo quiere, por su sólo pedido, se le proporcionan tratamientos médicos, hormonales o quirúrgicos. Esto es muy fuerte porque como antes eran escasísimos los casos no hay tantos equipos formados. Los hospitales públicos tienen que proveer estos servicios médicos, hormonales y quirúrgicos para modificar los cuerpos, que no son sólo cambios estéticos de reasignación de sexo, sino que permiten que una persona pueda o no ponerse pechos, cambiarse sus genitales, ponerse o sacarse pelos de la cara. Todos esos rasgos que son alineados con una identidad pueden ser mezclados de cualquier manera. Luego está la cuestión de los códigos sociales: ¿cómo se hace para reconocer al otro o a la otra? ¿Cuáles van a ser los modos de expresión de género que nos permitan tener éxito en nuestras recetas sociales? Van a haber cambios que tienen que ver con abrir la cabeza y repensar nuestra forma de relacionarnos con el otro. Si hoy me preguntan cuántos varones y mujeres hay en la oficina, seguramente todos vamos a coincidir en la cuenta, pero va a llegar un momento en que va a ser difícil establecerlo.
-Todo un desafío teniendo en cuenta la poca experiencia internacional en la implementación de leyes de estas características.
-Sí, porque este agregado del acceso a la salud convierte a nuestra ley de identidad de género en pionera en el mundo. No hay ninguna otra ley que tenga esa protección.
-La reciente aprobación de la ley de fertilización asistida permitirá a las parejas de gays y trans la posibilidad de concebir un hijo.
-Sí, aunque no será para todos de la misma manera. Sirve sobre todo para las parejas de lesbianas que pueden recurrir a una inseminación artificial. Pero una pareja de gays tendría que poder hacer un alquiler de útero, que todavía no está regulado, aunque de hecho se haga. Eso está contemplado en el proyecto de reforma del Código Civil, en el capítulo “Filiación”, que introduce un cambio muy importante en la parte de adopción. Porque hoy la adopción se puede hacer en caso de que una pareja heterosexual adopte un chico o una chica, o que uno de los dos adopte a un hijo o hija de su pareja o de una pareja anterior. El proyecto de reforma amplía la adopción para que parejas homosexuales puedan adoptar en conjunto  o de manera individual al hijo o hija de su pareja, y también amplía la filiación a los casos de reproducción asistida. En este caso la identidad no es biológica sino que se prioriza la voluntad procreacional de una pareja, que no podría tener hijos de otra manera, a través de una subrogación de útero o donación de óvulos o  semen. En estos casos se pueden tener tres madres: la biológica, que dona sus óvulos; la  gestante; y la que pone la voluntad procreacional, que es la que solicita la donación. Algo importante es que la nueva ley no pone como condición que el que solicita el tratamiento sea infértil, porque eso sí condiciona a los homosexuales, ya que no necesariamente lo son.
-¿Qué rol tiene el Observatorio en este campo de tensiones entre distintos actores que intentan imponer su punto de vista, y cómo responden los operadores judiciales a estos nuevos desafíos? ¿Están preparados o dispuestos a capacitarse?
-Desde el Observatorio y desde el Centro de Formación Judicial noté que la capacitación sobre mujeres en el Poder Judicial era en relación a la violencia. Hicimos el año pasado un relevamiento sobre cómo está el personal del Poder Judicial en relación a este tema, y este año lo estamos actualizando. Relevamos cuántos varones y cuántas mujeres hay en cada estrato –las personas de identidades distintas a varón y mujer por el momento son pocas-. Apuntamos a que el acceso a la justicia sea visto desde una perspectiva de género, no sólo para ver cuántas mujeres y cuántos varones acceden a litigar -y ver si hay otras identidades-, sino también para pensar cómo van a ser tratadas y tratados, y qué resultados tienen sus gestiones ante la justicia. La propuesta también es pensar si las medidas que son aplicadas para algunas infracciones, en cuestiones de género también son aceptables, adecuadas y fructíferas.
-¿Como por ejemplo…?
-Hay dos tipos de gestión que minimizan el poder punitivo del Estado, que son la mediación y la suspensión del juicio a prueba. Son dos medidas beneficiosas como solución alternativa de conflictos pero en general no están recomendadas en casos de mucha disparidad entre los sujetos, como ocurre en situaciones de violencia o de índole familiar. Esto es porque las estructuras de dominio de un género sobre otro y los estereotipos exceden las convicciones o elecciones de las personas en particular. Son improntas culturales o sociales. En los varones se alienta la autonomía y en las mujeres la vinculación, por lo que ellas son más vulnerables a la separación y tienden a conceder más porque se desestructuran individualmente cuando pierden sus vínculos.  Hasta hace poco el criterio para medir la infidelidad en una pareja era muy diferente: la mujer era infiel con una sola relación extramatrimonial, porque es la responsable del mantenimiento de la progenie, en cambio el hombre era infiel si mantenía económicamente a una manceba, porque es el responsable del sostenimiento económico de la familia. Pero no era una relación interpersonal de fidelidad, sino de fidelidad al mandato matrimonial. El modo en que las normas estructuran nuestras conductas, marcan roles de género. Esto cambió hace poco.
-Y sigue cambiando.
-Seguramente. Estaba leyendo un proyecto sobre mediación en el que se dice que no se puede mediar en los casos en que un varón sea el agresor y se trate de una cuestión de violencia de género. No siempre el varón es el agresor, tampoco hay que estigmatizarlo. Mirando las estadísticas de la Oficina de Violencia Doméstica de la CSJN se ve que hay patrones de género que estructuran un modo de masculinidad que tiene al abuso de la fuerza como una de sus manifestaciones, y un modo de feminidad que tiene a la victimización y a la indefensión aprehendida como una de sus expresiones. Más del 85% de las víctimas de violencia son mujeres. Es indudable que hay una cuestión de género en la violencia, pero es necesario analizarla.
-¿Qué opinión tiene acerca del protocolo de mediación que elaboró el Consejo de la Magistratura de la CABA?
-Creo que hay que discutirlo con especialistas. El proyecto utiliza un lenguaje neutral hablando de familias violentas e ignora las relaciones de género y la altísima probabilidad de que el victimario sea varón y la victima sea mujer. Y esto me preocupa. La edad y el sexo son dos factores de vulnerabilidad importantes y hay que mencionarlos. Hay una ley de la Ciudad que dice que toda estadística de la Ciudad tiene que estar desagregada por sexo y edad, y muchas veces no se publican de esa forma. Y estos dos factores son muy relevantes en políticas públicas porque señalan las necesidades diferenciales y las estrategias distintas que hay que desarrollar en materia de prevención. En el proyecto hay una tendencia a considerar que las cuestiones de violencia son estructurales, no entre personas, y que en la estructura no hay responsables y víctimas, sino que las responsabilidades se reparten de manera equitativa, y yo no creo que el victimario tenga tanta responsabilidad como la víctima. Es una mirada teórica y terapéutica, pero no política. Otro tema es la medición del resultado de la mediación. En muchos juicios por violencia, el agresor se enojaba porque la mujer no quería plancharle la camisa o lavar los platos, o porque ella decidió estudiar el secundario nocturno y volvía tarde y no preparaba la comida a tiempo ni atendía a sus hijos “como debía”. Entonces la mujer aceptó quedarse en casa, y se llegó a un equilibrio: ¿eso significa un éxito en la mediación? Yo lo dudo, pero quizás para el modo en que sea medido podría serlo.
-¿Pudieron conocer las políticas de género de MPF (como las resoluciones que hay para el tratamiento de casos de violencia doméstica)?
-Muchas las vimos y en muchas estamos de acuerdo en el modo en que trabajan. El área de atención a la víctima trabaja muy bien.
-El MPF recurre a la mediación en ciertos casos de violencia doméstica.
-Yo creo que no hay que tener políticas que digan “esto nunca”. Lo que no tenés que tener es a las personas como víctimas de tus pruebas. Tenés que tener algún tipo de garantías de que les estás ofreciendo el mejor recurso. Yo entiendo que se ofrece la mediación cuando son casos de amenazas o casos muy leves. Ahora, el problema es la vaguedad. Una amenaza es algo leve porque aparentemente no hay un daño directo. Pero hay que evaluar si es la primera vez que se amenaza, si es simplemente un daño verbal o con riesgo de cumplirse. Si es una amenaza en el medio de una escalada de violencia. Poder discernir la gravedad del caso es parte de lo que un buen fiscal debe hacer. Mi propuesta sería hacer una jornada de trabajo para discutir la cuestión de la mediación. Yo sé que en general los cuerpos de mediadores dicen que pueden intervenir en cuestiones familiares y de violencia. Pero hay que ver si es lo aconsejable y no es una mirada solamente desde la mediación.
-¿Cuál es su opinión sobre la incorporación de la figura del femicidio al Código Penal?
-El año pasado hubo una reunión con AMJA para hablar sobre el tema. Al principio yo era resistente porque tengo poca confianza en el sistema penal para resolver los problemas sociales. Pero hay un aspecto convincente para considerarlo como tipo autónomo, que de hecho los medios ya lo están haciendo al dejar de hablar de crímenes pasionales y nombrar estos homicidios como femicidios. También hay un camarista, Fernando Ramírez, que usó al femicidio para caracterizar un hecho;  fue su estrategia jurídica, aunque no configure un tipo penal. La ventaja es que cuando vos creás un tipo  penal reunís en una categoría un montón de cosas: un asesinato ocurrido en una relación afectiva, donde hay una sensación de propiedad de los cuerpos de las mujeres. Hacer visible esto es decir que la sociedad no lo tolera. A diferencia del incesto, que es llamativo que no configure tipo penal, lo que quiere decir que la sociedad es tolerante con él.
-Para este año estaba prevista la conformación de Consejo Asesor en el Observatorio.
-Si, en realidad ya lo tenemos. Lo integran, a nivel nacional: Gabriela Alegre, Carmen Argibay, Dora Barrancos, Martín Bohmer, Mauro Cabral, Mariana Carbajal, Natalia Gherardi, Eva Giberti, Elena Highton, María José Lubertino, Nelly Minyersky, María Elena Naddeo, Mario Pecheny, Marcela Rodríguez y Alicia Ruiz. Los consejeros internacionales son Adrián Tamara (Venezuela), Sonia Corrêa (Brasil), Alfa Facio (Costa Rica), Lorena Fries (Chile), Isabel Cristina Jaramillo (Colombia), Marcela Lagarde (México), Cecilia Medina (Chile) y Rita Laura Segato (Brasil-Argentina). Nuestro objetivo es ampliar la incidencia del Observatorio más allá de la justicia. Tengo que reconocer que encontré una disposición maravillosa en la justicia de la Ciudad para considerar el tema como relevante. Desde el primer momento recibimos respaldo del Tribunal Superior de Justicia de la CABA y del Consejo de la Magistratura. El Ministerio Público Fiscal, el Ministerio Público de la Defensa y la Asesoría General Tutelar tuvieron una disposición perfecta. En agosto saldría nuestro primer boletín cuatrimestral con las encuestas que realizamos. Estamos muy contentas porque la respuesta superó nuestras expectativas: podíamos sacar resultados con 400 encuestas y tenemos más de 600. Esta fue una primera encuesta de acercamiento, luego haremos más sobre los temas que resultan relevantes para la propia gente. Pero poder mirarnos como comunidad me parece importante.
-¿Cuán relevante considera el trabajo en conjunto de todos los organismos para avanzar en el reconocimiento de la problemática del género?
-Muy relevante. Recuerdo cuando estábamos armando la presentación del Observatorio, que fui a ver al Presidente del Consejo, Juan Manuel Olmos, y le dije “mirá, estamos trabajando de esta manera, hablamos con gente de la Oficina de Estadísticas, de la Oficina de Protocolo”. Y me respondió algo sorprendido: “¡¿Estás trabajando con otras áreas?!”, y le respondí que por supuesto no iba a poner mi propia persona de estadísticas o mi propia persona de protocolo. Hay gente que sabe y es maravilloso. Lo habitual es que la gente se cierre, institucionalmente a veces hay conflictos. Yo espero que haya un terreno de intercambio y hasta el momento las cosas están saliendo bien. Esta no es una oficina de atención al público, es un lugar para nosotros, para poder trabajar en común.
-¿Cuáles son las asignaturas pendientes para erradicar la violencia de género?
-Muchas. Se necesita hacer un buen diagnóstico, aunque no sea tan efectista como otras acciones más visibles. Falta interacción, mayor compromiso entre los efectores de políticas públicas y los intelectuales. Lo que se hace es tercerizar la investigación sobre temas que ya fueron investigados en el CONICET, en las universidades, pero que después no se le da un uso político, por recelos. También es importante el trabajo con las ONG porque tienen una función importante y habría que desarrollar ese diálogo. Lo mismo con la Legislatura. A la justicia le falta construir un puente con la sociedad. Lo que trasciende de ella a veces es poco y distorsionado. Parte del trabajo en  acceso a la justicia es mostrar qué clase de recurso es la justicia y qué nos puede ofrecer para una mejor convivencia. Y la política pública también debe acompañar lo que hace la justicia para que los derechos se puedan ejercer.
(*)  Informe de Noticias n° 2 (27 de junio de 2013) de la Secretaría General de Acceso a Justicia (MPF CABA). http://accesoajusticia-mpfcaba.blogspot.com.ar/2013/06/entrevista-diana-maffia.html

Entrevista para la Revista del Instituto Humanitas Unisinos

Comparto con ustedes una entrevista, en portugués, realizada via e-mail con IHU On-Line (Revista del Instituto Humanitas Unisimos).

O feminismo e a luta comum contra as múltiplas opressões

Para Diana Maffía, “nenhum movimento emancipatório poderá ser assim considerado se não incluir a luta antipatriarcal entre seus objetivos”

Por: Graziela Wolfart | Tradução: Graziela Wolfart

“As mulheres, por sua mera condição de mulheres, ficarão subalternizadas por um homem hegemônico. Mas esse homem é também rico, branco, educado, capaz, adulto e muitas outras condições que compõem um paradigma ‘androcêntrico’ (centrado na percepção e interesses de um homem poderoso) e não só sexista (…). É importante a consciência contemporânea do feminismo e de muitos movimentos emancipatórios sobre a necessidade de trabalhar em comum contra as múltiplas opressões”. A argumentação é da pesquisadora argentina Diana Maffía, em entrevista concedida por e-mail à IHU On-Line. Ela acredita que “o feminismo latino-americano está cada vez mais comprometido e mais consciente de suas lutas plurais. É muito importante que não nos fechemos a estes debates, porque não podemos falar apenas e simplesmente ‘uma mulher’. Somos o que algumas feministas chamam ‘mulheres com sobrenome’, ou seja, mulheres negras, mulheres indígenas, mulheres pobres, mulheres lésbicas…”.

Diana Maffía é doutora em Filosofia pela Universidad de Buenos Aires – UBA, pesquisadora do Instituto Interdisciplinar de Estudos de Gênero da Universidad de Buenos Aires e diretora do Observatório de Gênero na Justiça, do Conselho da Magistratura da mesma cidade. Sua página pessoal é http://dianamaffia.com.ar/.

Confira a entrevista.

IHU On-Line – Como são geradas as identificações e aspirações humanas com base na dicotomia do feminino/masculino, subjetivo/objetivo e emocional/racional?

Diana Maffía – O pensamento dicotômico é próprio da modernidade, quando se interpretam como condições antagônicas características próprias do ser humano. Segundo esta interpretação, o par de conceitos opostos esgota o universo do discurso (apagando a diversidade). E, além disso, funciona de maneira excludente (uma característica se sobrepõe à custa da outra). Esta interpretação organiza os espaços “público” e “privado” da sociedade, gerando uma vinculação entre o espaço público, a objetividade e a racionalidade, junto ao trabalho produtivo, em uma institucionalidade que é o Estado, por um lado. Por outro lado, há uma vinculação entre o espaço privado, a subjetividade e a emotividade, junto ao trabalho reprodutivo, cuja institucionalidade é a família.

IHU On-Line – Em que sentido a dicotomia entre masculinidade e feminilidade são opostas e hierarquizadas?

Diana Maffía – Ao se interpretar dicotomicamente as sexualidades, o masculino e o feminino aparecem como antagônicos. Mas, além disso, toda diferença se interpreta em termos valorativos como “superior” e “inferior”. Assim, todos os aspectos do público se interpretam (até para algumas vertentes do feminismo) não somente como opostos, mas também como superiores ao “privado”. Quando se identifica o masculino com o público e o feminino com o privado, isso reforça a hierarquia entre homens e mulheres e dá um suporte de racionalidade para o Direito, a ciência e a política. Estas instituições não admitirão mulheres, mas racionalizarão dizendo que, para participar nelas, se requer capacidade de racionalização, abstração e universalidade, o que as mulheres não possuem. É bom dizer que muitos homens também ficarão de fora com esse mesmo argumento (indígenas e afrodescendentes, por exemplo).

IHU On-Line – O que torna as mulheres como seres subalternos por sua condição? E o que as difere e aproxima dos outros seres subalternos?

Diana Maffía – As mulheres, por sua mera condição de mulher, ficarão subalternizadas por um homem hegemônico. Mas esse homem é também rico, branco, educado, capaz, adulto e muitas outras condições que compõem um paradigma “androcêntrico” (centrado na percepção e interesses de um homem poderoso) e não só sexista. É importante a consciência contemporânea do feminismo e de muitos movimentos emancipatórios sobre a necessidade de trabalhar em comum contra as múltiplas opressões. Não podemos (sobretudo na América Latina) desenvolver um feminismo emancipatório que não pense em questões de classe, etnia, cor e idade, por exemplo. Ao mesmo tempo, nenhum movimento emancipatório poderá ser assim considerado se não incluir a luta antipatriarcal entre seus objetivos.

IHU On-Line – Como a senhora percebe o desenvolvimento do feminismo na América Latina nas últimas décadas?

Diana Maffía – Creio que há um grande avanço da autoconsciência e do fortalecimento de nossa percepção como latino-americanas, com nossas próprias identidades e necessidades. O feminismo latino-americano está cada vez mais comprometido e mais consciente de suas lutas plurais. É muito importante que não nos fechemos a estes debates, porque não podemos falar apenas e simplesmente “uma mulher”. Somos o que algumas feministas chamam “mulheres com sobrenome”, ou seja, mulheres negras, mulheres indígenas, mulheres pobres, mulheres lésbicas, e um longo etecetera de subordinações múltiplas.

IHU On-Line – Como as mulheres contemporâneas relacionam a questão de gênero com sua subjetividade e a produção de conhecimento?

Diana Maffía – A epistemologia feminista, desde as últimas três décadas, tem desenvolvido o papel da subjetividade na produção de conhecimento. Não só de conhecimento cotidiano, como também nos padrões mais exigentes da produção científica. A subjetividade das mulheres e a dos homens tem diferenças, e quando se condicionam as características de valoração do conhecimento ao produzido por um grupo limitado de sujeitos, o resultado é excludente para quem não participou da sua construção. Ver a subjetividade não como algo antagônico, mas complementar da objetividade, como um modo de relação entre o sujeito e a construção coletiva da objetividade, permite também abrir outras possibilidades na reflexão epistemológica contemporânea.

IHU On-Line – Quais os principais desafios éticos que se colocam diante do processo criador de um ser vivo, tanto para a equipe médica quanto para os sujeitos envolvidos nos procedimentos?

Diana Maffía – Os problemas contemporâneos da bioética estão sempre vinculados à origem e ao fim da vida humana, e ao sentido social que estes momentos transcendentais adquirem em cada cultura. O debate deve pontuar as diferenças entre “ser vivo”, “ser humano” e “pessoa humana”. Identificar estes três conceitos implica em um pedido de princípio sobre o resultado do debate. Não se pode dizer que “a vida começa com a concepção, com a união de um óvulo com um espermatozoide”, e logo deslizar para o argumento da afirmação de que “o embrião é uma pessoa”.

Nos debates que incluem embriões (aborto, reprodução assistida, congelamento de gametas ou embriões, manipulação genética) é permanente este deslizamento. E também é enganoso restringir o debate ao embrião, quando muitas vezes está em jogo o corpo e a subjetividade das mulheres, inclusive o que se chama “vontade procriacional” dos/as progenitores.

Outro esclarecimento, que deveria se tornar desnecessário se pensarmos em equipes médicas ou comitês de bioética e que acaba relevante pela realidade política de nossos países (Brasil e Argentina), é que os argumentos religiosos têm o limite de sua freguesia, ou seja, só são determinantes para os/as crentes praticantes dessas religiões. De modo que devem ser respeitados, mas de nenhum modo impostos a toda população em países laicos. De outro modo nos converteremos em estados talibãs.

http://www.ihuonline.unisinos.br/index.php?option=com_content&view=article&id=5079&secao=423

autorDiana Maffía fecha17 Jun 2013 categoriafeminismo, mujeres, trata comentariosDejá tu comentario

Teóricas feministas

Comparto con ustedes el audio del micro radial de Acciones Feministas en «En eso estamos», Fm de la Calle (Bahía Blanca).

Se puede escuchar en: http://www.ivoox.com/teoricas-feministas-diana-maffia-audios-mp3_rf_2136780_1.html

 

autorDiana Maffía fecha29 May 2013 categoriafeminismo, género, mujeres comentariosDejá tu comentario

Libro sobre el primer Encuentro Nacional de Mujeres

En el año 2011 hicimos un homenaje desde la Legislatura a las mujeres que organizaron el Primer Encuentro Nacional de Mujeres. Tuvimos allì oportunidad de acercarnos a una historia poco visible para quienes se fueron sumando después, y también conocer y celebrar a esas pioneras que imaginaron como utopía lo que hoy es para nosotras una cita cada año. ¡Y además lo llevaron a cabo!

Quiero ahora compartir el libro-homenaje “Mujeres pariendo historia. Cómo se gestó el Primer Encuentro Nacional de Mujeres. Reseña íntima y política de las integrantes de la Comisión promotora”, editado por Diana Maffía, Luciana Peker, Aluminé Moreno y Laura Morroni, con entrevistas de Luciana Peker, María Elisa Ruibal, Romina Ruffato y Cecilia Alemano y fotos de Salvador Batalla.

La presentación se realizó el jueves 23 de mayo en el Centro Cultural Tierra Violeta. El libro puede descargarse en formato PDF desde este enlace.