Por Laura Charro.*
Feminista, doctora en Filosofía y directora del Observatorio de Justicia y Género en el Consejo de la Magistratura de la Ciudad de Buenos Aires, Diana Maffia es una de las voces imprescindibles de la militancia feminista contemporánea. Con lucidez en las palabras y claridad expresada con la voz y la mirada, repasó los temas de la agenda de género que hoy nos preocupan y nos convocan a tomar el espacio público “históricamente relegado”.
En el marco de las jornadas denominadas “Fundamentos Feministas. Feministas con fundamentos”, realizadas en el Centro de Estudios Igualdad Argentina y organizadas por la diputada provincial Silvia Augsburger, Diana Maffia tuvo a su cargo la conferencia inaugural denominada “Público/Privado: los cuerpos de las mujeres como territorio en disputa política”. Una historización del cuerpo de las mujeres como territorios de luchas políticas y personales. Confinadas históricamente al espacio doméstico, responsables de la reproducción biológica, social, de fuerza de trabajo del hombre y desfavorecidas en la valoración que impone la cultura sobre los cuerpos, nos reconocemos en lucha aun hoy por nuestros derechos plenos.
En dialogo con Sin Cerco, Diana manifestó su satisfacción por hechos de coyuntura como fue la presentación en los últimos días del Plan de Acción para la Prevención de la Violencia de Género, una deuda pendiente desde hace años.
—¿Qué opinión te merece el Plan presentado por el Concejo Nacional de las Mujeres, presidido por Fabiana Tuñez, en un contexto de recorte de otro tipo de políticas que se vinculan a ésta, como la de Educación Sexual Integral -ESI-?
—Creo que la presentación de Plan Nacional es un punto muy positivo en el que la Argentina como país estaba en deuda. Ese plan debería haberse presentado en el 2014. La verdad es que la política en relación a género del gobierno de una presidenta mujer fue muy lamentable. Lamentable porque pusieron a cargo un equipo con falta de capacidad y eso no es inocente. Porque se pone a alguien que no es capaz y no se le da presupuesto.
Quizás, se olvidó cual es el objetivo del Consejo Nacional de las Mujeres -CNM. El objetivo es hacer cumplir dos convenciones muy importantes: la CEDAW -Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer- y la de Belém do Pará -Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar Y Erradicar la Violencia Contra la Mujer- a nivel de todas las políticas públicas. Es decir, que la idea del Consejo es garantizar políticas públicas igualitarias para varones y mujeres en todos los niveles de acción.
En este momento, el CNM sigue dependiendo de Desarrollo social, o sea, que hay muchas cosas que se deberían cambiar. Pero, que en seis meses se haya puesto a una feminista en el frente como Fabiana Tuñez, me parece que es un signo hacia el movimiento de mujeres muy importante. Una persona luchadora, consecuente, con muchos años de activismo feminista, que se responsabilizó por algo que debería haber sido una política de gobierno, como era el registro de femicidios. Que en seis meses, Fabiana haya cumplido esa deuda me parece que es un signo importante hacia nosotras.
El proyecto, lo sé por ella, va a ser puesto a consideración del movimiento social de mujeres y esa también va a ser una instancia para nosotras de leerlo, estudiarlo y proponer cambios si lo consideramos; pero al menos es cubrir una deuda con organismos internacionales de DDHH que va en el sentido de tomarse en serio los derechos de las mujeres.
Al mismo tiempo, ESI es un objetivo importantísimo. No se puede estar en contra del aborto y, a la vez, que no haya educación sexual y acceso a la anticoncepción, porque entonces ¿qué quiere decir que estés en contra del aborto si vos impedís que haya políticas necesarias para evitar los embarazos no deseados o los embarazos inoportunos? Yo creo que tiene que haber un plan integral y que ese plan obviamente tiene que incluir educación sexual.
—¿Crees que se va a ser posible un debate en el Congreso en relación a la legalización del aborto, después de los dichos de Macri sobre su absoluta oposición al proyecto?
—Si él dice que los poderes son independientes, y es consecuente con eso; y lo dice acerca de la justicia, entonces lo tiene que sostener también con el poder legislativo. Uno de los motivos de campaña de Macri fue no hacer un gobierno personalista sino hacer un gobierno de equipos y que no haya presión del ejecutivo sobre los otros poderes. Este es un tema del poder legislativo claramente, que debe debatirlo de manera plural, porque es ahí donde las personas hemos votado legisladores de todas las ideas políticas, que nos representan en la pluralidad de ideas del país. No es así en el ejecutivo y no es así en el judicial. Ese, es el lugar donde el debate debe darse.
Tenemos que tomar decisiones importantes en relación a cuáles son los plazos razonables en los se puede pedir la interrupción del embarazo y los motivos por los cuales se puede pedir. Son cosas que están dentro de las legislaciones de todo el mundo y que debemos discutir con nuestra constitución, nuestro código penal y nuestros tratados internacionales firmados. Si la opinión de Macri interrumpe el debate legislativo, deberemos comprobar, con mucha pena, que hay autoritarismo; que hay una concepción totalitaria, que no hay pluralidad de opiniones y diálogo como se prometió y que no se está respetando el ámbito de la legislatura para discutir esto. Entonces, la verdad, imponer esa posición tendría un costo altísimo.
—En este contexto de espera del debate tenemos el caso de Belén – la joven tucumana, presa por un aborto espontáneo y condenada a ocho años de prisión – como paradigma de una ley de aborto no punible que no se cumple.
—El caso de Belén, me parece que es un caso que concitó mucha atención a nivel nacional, a pesar de que hace dos años que está presa. Se nota que cuando las cosas quedan a nivel provincial es muy difícil hacer oír la voz, incluso de las mujeres que están acompañando el caso. Un caso que es arbitrario, abusivo.
Es realmente horroroso cuando se analiza cuál es el camino que lleva a esa mujer a la cárcel- a ella como a muchas otras-, cuando se analiza todas las veces que el Estado no estuvo cuando tenía que estar y donde tenía que estar, dejándole a las mujeres soluciones escasísimas para poder seguir adelante con sus vidas. Y que sólo se haga presente para prohibir y encarcelar en el último eslabón de la situación, sin las pruebas suficientes, sin que ella tenga un derecho de defensa ni siquiera con la investigación judicial apropiada. La han encarcelado sin confrontar las opiniones, de una manera tan arbitraria y tan vergonzosa que cuando esa descripción llega a los medios nacionales, recién ahí, es cuando empieza a haber un poco de movimiento y preocupación por esto. Es evidente que nuestros cuerpos son herramienta y territorio de luchas. Yo creo que éste, el caso de Belén, es uno de esos casos en que el Estado puede ser demandado, no solo por acción sino por omisión y que si esa demanda existiera, claramente se vería que no es precisamente Belén la que tiene que estar presa.
—En octubre comienza, aquí en Rosario, el Encuentro Nacional de Mujeres -ENM- ¿Qué significan los Encuentros para vos? ¿Qué relevancia personal y militante tienen?
—Yo fui al primero, soy de la primera camada de los Encuentros. El impacto para cualquier mujer, el impacto de ir a su primer ENM realmente es algo inolvidable. Yo quisiera que todas las mujeres pudieran al menos un año ir con sus amigas, con sus compañeras de escuela, facultad, trabajo, sindicato, parroquia, con quienes se les dé la gana, pero que tuvieran el impacto de ver una ciudad dinamizada y apropiada por las mujeres. Donde, cuando vos salís a la calle, sabés en complicidad que esa mujer está en el mismo proyecto de vida que vos. Cosa que a los varones les pasa todo el tiempo y a nosotras nunca porque estamos encerradas en el ámbito doméstico.
Tenemos que pensar que vienen treinta mil mujeres que a veces tienen realidades absolutamente diferentes de las de un comité, de las de una agrupación política, de la disputa que tiene la izquierda con la otra izquierda, incluso la izquierda con la derecha. Hay mujeres que para poder asistir hacen un esfuerzo durante todo el año, que viajan muchísimas horas en micro, que lo hacen con una esperanza, con una expectativa que cuando somos mezquinas en estas cosas, tenemos que pensar para quiénes estamos haciendo un ENM. No es para molestar a la de al lado, es para agrandar esa posibilidad de la sororidad, de la fraternidad feminista, de encontrarnos con otras, de permitir que se acceda a espacios de diálogo que es muy difícil, a veces, en las propias comunidades abordar. Temas que tienen que ver con sexualidad, con aborto, con violencia, con prostitución. Realmente creo que el ENM es una cosa grandiosa, original, propia, nuestra, de mantener esta dinámica de año a año ir cambiando de lugar.
—¿Cómo ves los avances en relación a una de las violencias más importantes y menos visibles como es la violencia simbólica, tanto en los medios de comunicación, como en nuestra cotidianeidad, llena de discursos difíciles de romper?
—Las comunicadoras y comunicadores con perspectiva de género están trabajando fuertemente. Creo que sí hay acuerdos sobre la violencia simbólica al punto de generar buenas prácticas, decálogos para la intervención y cuando se usan mal, hay que denunciar, ir a los organismos correspondientes. Pienso que se ha avanzado muchísimo en ese aspecto.
Lo que sí suele ocurrir, es que es difícil generar una aceptación en el “sentido común” acerca de que ciertas cosas son violentas; que un piropo es violento, que un comentario sobre tu aspecto físico es violento, que un chiste es violento. Porque son los modos de la comunicación humana que transmiten valoraciones misóginas, pero que están en el contexto aparente del buen trato. Entonces, cuando vos denuncias el efecto violento de esas prácticas: sos la feminista amarga que arruina el buen momento. Ahí, sí tenemos que trabajar, en estas prácticas del “sentido común” y no tanto en las cuestiones de responsabilidad pública como en los medios de comunicación o los medios audiovisuales que tienen antecedentes y entrenamientos, y lugares institucionales que son buenísimos.
Te dicen algo que parece ser positivo y encierra una carga negativa. Negociar esto es un poquito más difícil, pero también es difícil entre mujeres, no solo con los varones. La cuestión de lo cotidiano, de nuestros compañeros y compañeras de la vida; prestar atención a cuáles pueden ser los aspectos misóginos, machistas, patriarcales, androcéntricos de determinadas prácticas comunicativas que están dentro del “sentido común” y dentro de la comunicación amistosa, es también la tarea.
*Laura Charro es licenciada en Comunicación Social e integrante de la organización Con X: Comunicación Plural e Igualitaria.
Foto: Carla Cipolletta