Comparto con ustedes la nota publicada por La Nueva sobre la conferencia sobre violencias contra las mujeres dictada recientemente en Bahía Blanca, .
Por Pablo Andrés Pascual/ppascual@lanueva.com
Fotos: Sebastián Cortés-LN.
“Hay criminales que proclaman tan campantes `la maté porque era mía´ así nomás, como si fuera cosa de sentido común y justo de toda justicia y derecho de propiedad privada, que hace al hombre dueño de la mujer».
Con esas palabras el escritor uruguayo Eduardo Galeano describió la realidad de muchas mujeres consideradas por el varón como un patrimonio personal y sumergidas en un mundo violento.
Un informe del Instituto de Políticas de Género Wanda Taddei reveló que en nuestro país cada 18 horas una mujer es víctima de femicidio.
La cifra moviliza y pone de relieve esta preocupante realidad.
“Todo esto me hace pensar cuánto cuesta hacer valer aquello que los tratados internacional predican y supuestamente nuestras leyes deberían garantizar, que es una vida libre de violencia para cualquier persona, pero en particular para las mujeres, porque somos el 85 por ciento de las víctimas. No hay manera de no feminizar esa cifra, porque es demasiado estridente”, considera la filósofa Diana Maffía, quien se desempeña como directora del Observatorio de Género en la Justicia del Consejo de la Magistratura de la Ciudad de Buenos Aires.
Agrega que “el femicidio no se trata solamente de señalar un asesinato, sino de indicar que esa muerte ocurre en un sistema de opresión que pone a las mujeres en una situación de extrema vulnerabilidad”.
Maffía asegura que “no solo la mano que asesina es la responsable”, sino también un Estado que no procura una vida sin violencia para esa mujer y un sistema equitativo, “en el que es mas difícil que esos crímenes ocurran”.
También describe que las víctimas atravesaron una historia de violencia creciente.
“Los varones violentos o femicidas muchas veces dicen: `me quería dejar´. La idea de patrimonialidad sobre el cuerpo de las mujeres y de los hijos es tan fuerte, que si esa mujer quiere terminar con la relación encuentran argumentos como para matarla”.
De todas maneras, la autora de numerosas publicaciones sostiene que la violencia se manifiesta de muchas maneras.
“Desde amenazas, control del dinero o restricción de los vínculos, hasta hechos más graves como violencia psicológica, moral y física. Esas formas muchas veces no son vistas como violencia, porque hay una cultura que avala que un varón es dueño de una mujer, que hay una situación patrimonial sobre las mujeres”.
Destaca que existe una brecha económica cercana al 24% entre los salarios de hombres y mujeres por el mismo tipo de tareas.
“Me parece que estas cosas hacen que estemos en fragilidad económica y dependamos de varones violentos, por lo que separarnos de ellos implica no tener sustentación o que nuestros hijos no la tengan”.
También sostiene que a las mujeres no hay que proporcionarles solamente “un grupo de autoayuda, sino que se debe pensar en políticas de construcción de autonomía para ellas, como capacitación laboral, subsidios y vivienda”.
Maffía describió también la existencia de la violencia laboral, institucional y obstétrica, entre otras.
En la calle
Si bien la filósofa explicó que desde el retorno de la democracia se manifiestan todos los 8 de marzo en la plaza del Congreso, admitió que en los últimos años la presencia en las calles es masiva.
Consideró que la marcha de “Ni Una Menos” en 2015 fue una muestra del hartazgo que produjo la violencia y crueldad de los femicidios, fundamentalmente en perjuicio de adolescentes.
“Ese horror colectivo fue el que nos impulsó a las calles. Ese año, a través de redes sociales y algunas periodistas que impulsaron a que esto fuera una acción más colectiva, tomó dimensión internacional”.
Sostuvo que lo mismo sucedió el año pasado, a partir del homicidio de Lucía Pérez en Mar del Plata.
Finalmente sostuvo que “los varones acompañan las marchas, pero renunciar a sus privilegios es un paso más difícil de dar, y es algo que tendrán que reflexionar entre sí. Las mujeres hicimos nuestros grupos de reflexión sobre la construcción de lo femenino. Si hay una vocación de terminar con la violencia sobre las mujeres hay que trabajar en la masculinidad. Hay un sistema de opresión que si también no lo deshacen los varones no lo resolvemos”.
Presencia y participación
Lugar. “Legalmente hay un impacto de los derechos humanos y también a partir de la Ley de Cupo (sancionada en 1991), que ubicó a mujeres en las bancas y significó que las legislaturas comenzaron a ocuparse como cuestión de política pública de situaciones que afectaban especialmente a las mujeres”, sostuvo Maffía.
Logros. Agregó que “todas las leyes que impactan al cuerpo de las mujeres fueron creadas en los últimos 25 años, es decir, desde la vigencia del cupo. Son relevantes para la vida de las mujeres”.
Modelo. “La idea del cupo es poder tener modelos de identificación. Por un lado mostrar la capacidad de gestión que podemos tener las mujeres (la misma de los varones) y, por otro, ser modelos para mujeres que puedan aspirar a llegar a determinados lugares en los que antes no estaban representadas”.
No retroceder. Consideró finalmente que “lo importante es que esas acciones de mujeres no cesen cuando éstas se vayan, sino que se institucionalicen. Es muy fácil retroceder los derechos ganados cuando ciertas personas que encarnan esas luchas ya no están, entonces es como si nunca se hubiera hablado del tema”.