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Entrevista con Radio de las Américas

Comparto con ustedes la entrevista realizada en el programa «5 mañanas» de Radio de las Américas que se puede escuchar en

https://www.facebook.com/5mananas/videos/vb.246005749118086/285074118544582/?type=2&theater

 

 

Cinco premios en perspectiva de género

LA FUNDACION KONEX INSTITUYO POR PRIMERA VEZ EN 37 AñOS UN GALARDON AL FEMINISMO

Por primera vez en su historia, la Fundación Konex agregó a las 20 disciplinas tradicionales el premio por Estudios de Género. En la primera ocasión, premiaron a Clara Coria, Diana Maffía, Dora Barrancos, Eva Giberti y María Luisa Femenías.

Por Sonia Santoro

Clara Coria, Diana Maffía, Dora Barrancos, Eva Giberti, y María Luisa Femenías serán premiadas el 13 de septiembre con el Premio Konex. Por primera vez, después de 37 años desde su creación, los Konex harán lugar a la disciplina Estudios de Género.

Luis Ovsejevich, presidente de la Fundación Konex, sostuvo que “es una disciplina no reconocida en general en la sociedad argentina, y era muy importante otorgarle un premio Konex para consolidarla”, luego de que los 20 jurados reunidos para decidir las 20 disciplinas dentro de las Humanidades que merecían un lugar y un reconocimiento entre los Konex decidieron que no podía faltar la disciplina Estudios de género.

Algo de ese borde por el que se mueven quienes se dedican a esa disciplina, contó Diana Maffía, directora del Observatorio de Género en la Justicia dependiente del Consejo de la Magistratura de CABA, a Página/12:

–Hace unas semanas, una mañana sonó el teléfono en casa y era Luis Ovsejevich. Me dijo que me llamaba para anunciarme que era Premio Konex, y le pregunté, ‘¿abrieron una categoría especial?’. Se rió y me preguntó por qué decía eso, y le dije que toda mi carrera había sido hostigada y castigada por dedicarme a la teoría feminista, así que no esperaba esa distinción de mis colegas. Se tomaron su tiempo para considerar que no era una moda pasajera sino una corriente crítica de pensamiento donde desde todas las disciplinas se han producido resultados teóricos muy relevantes. Bienvenida esa percepción.” Maffía, agregó que “cada una de nosotras representa un recorrido de muchas compañeras, académicas y no académicas. Porque el feminismo teórico y el movimiento de mujeres se realimentan en la reflexión y en la acción. Entonces siento que estoy allí cálidamente llevada por tanta constancia feminista militante, tanta desobediencia consecuente, que al final nuestra presencia no puede ser ignorada. Voy a recibir ese premio en nombre de todas esas compañeras de pensamiento y de lucha”.

La psicóloga Clara Coria, autora de “El sexo oculto del dinero”, consideró que “Konex ha comprendido que sin respeto mutuo no hay cambio social posible. Por eso es para celebrar que haya incluido los Estudios de Género que ya llevan más de 30 años en la Argentina donde muchísimas mujeres –y algunos varones– han comprometido lo mejor de sus energías para hacer visible que la naturalización de los privilegios masculinos destruye las prácticas solidarias. Para mí es un honor haber sido elegida la primera vez que se incluyen los Estudios de Género.” Pero consideró que es “grave que todavía no haya una campaña sobre la violencia de género dirigida a los hombres y que ponga en evidencia cómo se perpetúa el modelo social patriarcal, así como también todo lo que encubre la violencia masculina para perpetuar un modelo de poder social”.

“Esperamos sinceramente que de aquí en adelante los premios Konex alcancen siempre a quienes investigan la condición de las mujeres, las relaciones de género y las sexualidades disidentes. Advertir que son dimensiones fundamentales de la vida humana es contribuir a subrayar su significado como cuestiones científicas que no pueden ser soslayadas –dijo la socióloga Dora Barrancos–. La verdad es que estos premios tienen mucho reconocimiento en los propios circuitos académicos, y de veras me sorprendió. Sigo pensando que lo más importante es el juzgamiento de las comunidades ‘afines’”. Y dedicó el premio a “quienes han luchado por la dignidad, por la equidad, por el reconocimiento de sus derechos como mujeres y como personas de identidad sexual diversa. Y muy especialmente a una mujer injusticiada, a Milagro Sala”.

María Luisa Femenías, doctora en filosofía, sostuvo que “un premio y en especial este premio, representa en quienes lo recibimos el reconocimiento de una larguísima lista de mujeres y varones que han luchado por la equidad y la conformación de una sociedad más justa y más igualitaria para la mejor convivencia del conjunto de la sociedad, con independencia del sexo, del género, y de las opciones sexuales que, como se sabe, se intersectan con la clase, la etnia y la cultura en general, abriendo o cerrando posibilidades de vida a todas las personas. Estoy complacida pero sé que formo parte de un amplio conjunto de mujeres que, con mayor o menor repercusión, vienen trabajando sobre este tema-problema, muchas de modo casi invisible u olvidadas.”

Para Femenías “queda claro que se está modificando la estructura vincular de la sociedad; más en las resistencias que muestran algunos sectores que no quieren revisar sus lugares de privilegio naturalizados bajo diversas formas argumentales, que por la toma de conciencia efectiva y general de amplias capas de la sociedad. Con esto no quiero decir que no haya conciencia del cambio, sino que las ventajas positivas son más fáciles de sopesar con cierta perspectiva temporal y conjuntamente mientras que las resistencias se manifiestan expresamente bajo argumentos que encubren su verdadero sentido”.

Para la psicoanalista Eva Giberti “formar parte de un grupo de mujeres reconocidas por su trabajo y su militancia en el feminismo me alegra, así como el premio significa una distinción que agradezco. Que Konex incorpore esta dimensión en su calificado jurado constituye una nueva forma de empinar el tema de los géneros en la vida universitaria y en la comunidad toda”. Y dedicó el galardón “a las primeras mujeres que trabajaron para imponer los Estudios y al minúsculo número de hombres que, con coraje, adhirieron al proyecto. También a los miles de personas que, en soledad, padecieron violencias por motivo de su género”.

Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/3-308580-2016-09-05.html

Entrevista en Radio Vorterix de Bahía Blanca

Recientemente, en Radio Vorterix de Bahía Blanca, Maximiliano Allica me hizo una entrevista donde hablamos del proyecto de paridad, la distribución de tareas de cuidado, la violencia de género, la filosofía feminista y la política actual.

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Mostrarnos solo como víctimas aumenta nuestra vulnerabilidad

Comparto con ustedes la entrevista realizada por el portal Diario Uno de Santa Fe.

«Mostrarnos solo como víctimas aumenta nuestra vulnerabilidad»

Diana Maffía estuvo en Santa Fe y analizó el problema de la violencia, los vagones exclusivos y los roles dentro del hogar.

La distribución equitativa de las tareas de cuidado dentro de la familia es una de las líneas claves, a criterio de Diana Maffía, para lograr que las mujeres puedan estar en igualdad de condiciones en el ámbito público. Pero además, la investigadora remarcó que el Estado debería tener un rol central en ese tema. La militante feminista estuvo en Santa Fe para dar una charla sobre construcción de la ciudadanía de las mujeres y la ciencia, en el marco de la campaña «Más Igualdad, mejor ciencia» de la Universidad Nacional del Litoral (UNL).
«Los mismos obstáculos que encontramos las mujeres para integrarnos en las universidades, en las academias y en los equipos de investigación científica, es la que encontramos para nuestra participación política, para el ejercicio de derecho y en la construcción de ciudadanía. Las cosas están interrelacionadas», explicó en diálogo con Diario UNO.
Y siguió: «El motivo por el cual las mujeres quedamos fuera de la ciudadanía y del ejercicio de derechos es porque las descripciones de lo femenino eran de algo inferior o incapaz. Y esas descripciones eran dadas por la ciencia, que decía que nuestros cerebros eran más livianos, nuestros cráneos más pequeños, y todavía dice algunas cosas como que nuestras hormonas o lateralización cerebral nos hace aptas o no para determinadas cosas. Era una ciencia construida por varones blancos que iban a decir que los demás son inferiores. Ver esa historia nos hace ver la profundidad de la discriminación y la vinculación que hay entre poder participar en la construcción de la ciencia y no hacerlo».
—El Conicet tuvo avances significativos en los últimos años en la generación de políticas que contemplan que las mujeres tienen una mayor carga en el cuidado de la familia y por lo tanto contemplan plazos especiales a la hora de concursar, por ejemplo. Pero ¿qué falta para lograr una mayor igualdad y que las mujeres ocupen más lugares de poder?
—Primero hay que decir que esas medidas se lograron porque había una mujer feminista en el directorio del Conicet, que es Dora Barrancos. Las feministas tenemos un eslogan que es «lo personal es político» y significa que las vidas personales están atravesadas por relaciones de poder, en la familia, la pareja y la maternidad, entre otros aspectos. Por ejemplo, que haya un límite en la edad de ingreso a la carrera de investigación afecta especialmente a las mujeres porque tienen que elegir entre sus proyectos de vida y familiares y sus carreras. Entonces, la institución se hace cargo de una política del cuidado y la reproducción diciendo explícitamente que hay cuerpos a los que le pasan otras cosas que a los de los hombres blancos adultos que formaban parte del Conicet los primeros 50 años. Yo creo que todavía tenemos que medir el impacto de esas acciones explícitas, pero pienso que son muy oportunas y necesarias. La políticas de cuidado son un núcleo muy importante para poder avanzar en equidad, en todos los ámbitos.
—En los últimos años, las mujeres lograron ocupar importantes lugares en el ámbito público pero aún queda la deuda dentro del hogar ¿Por qué es más difícil romper esa desigualdad?
—Eso se puede explicar con el mismo pensamiento patriarcal que valora lo público y desvaloriza lo privado. Si lo público es cosa de hombres y es valioso, las mujeres vamos a ser premiadas si logramos horadar esa barrera e ingresar a ese ámbito. Un varón que vaya de lo público a lo privado, donde las tareas están desvalorizadas y feminizadas, no va a encontrar reconocimiento sino, probablemente, burlas de otros varones o calificativos poco edificantes. De todas maneras, creo que hay algo en la cultura de la gente más joven, varones y mujeres, que explicitan la distribución equitativa de las tareas y las responsabilidades domésticas; y eso me parece saludable. Lo ideal sería que cada uno haga eso para lo cual tiene habilidad y gusto, y que se resuelvan colectivamente las cosas.
—¿El Estado puede aportar para lograr equidad hacia adentro del hogar?
—Es imprescindible pedirle al Estado políticas públicas vinculadas al cuidado. Hay un triple condicionamiento. Primero, las tareas reproductivas y de cuidado están feminizadas, cuando en realidad son responsabilidad de quienes conviven en un lugar. Segundo, están privatizadas, se piensa que la resolución de quien realiza esa tarea queda a criterio de cada familia y no es una parte de la responsabilidad pública responder con herramientas que permitan acompañar a un anciano, a una persona discapacitada o a un niño o niña. Esas son políticas que el Estado debe dar para el cuidado de la población. Y el tercer rasgo es que están mercantilizadas, porque si no nos hacemos cargo personalmente tenemos que contratar a alguien que lo haga. Entonces siempre va a ser una responsabilidad privada sin intervención del Estado. Eso no debe ocurrir porque no todo el mundo tiene capacidad para contratar y es muy común, sobre todo en la carrera científica, que muchas mujeres abandonen su carrera en el segundo hijo porque ya la capacidad económica para responder a las necesidades de cuidado no alcanza.
—Como contracara de esas medidas positivas aparecen también propuestas que generaron rechazo como la de los vagones exclusivos para mujeres, ¿qué opina de esas iniciativa?
—Seguramente estuvo hecho con buena intención pero a mí me parece que hay un equívoco muy grande. La idea de producir un vagón donde, en la hora pico, las mujeres no sean manoseadas o incomodadas como nos ha pasado a todas las mujeres. Entonces el proyecto de ley de Graciela Ocaña tenía el sentido de darle a las mujeres la posibilidad de ir en un vagón donde no hubiera varones para evitar el acoso. A mí me parece que no podemos darle a las mujeres el mensaje de que, para defenderse de los acosos, no debemos compartir ámbitos con los varones porque compartimos todos los espacios. ¿Si una mujer se sube a otro vagón es porque está accediendo a que la toqueteen? Las mujeres tenemos que viajar seguras en todos los medios y se nos deben dar esas condiciones de seguridad. La empresa de subte no está cumpliendo su obligación de aumentar la frecuencia y la cantidad de coches en horas pico. No se tiene que dar por sentado que el hacinamiento es una condición natural del viaje.
—¿Y en qué lugar deja ese tipo de propuestas a los varones?
—Está el problema de cuál es el concepto de varón que tenemos. ¿Todos ellos son acosadores en potencia? Vamos a estigmatizar a los varones pensando que cualquiera que quiera entrar a un vagón donde hay mujeres quiere acosarlas. Pero no es así. Luego hay un problema con las edades porque ¿a qué edad deja de ser un niño y empieza a ser un depredador sexual? Muchas veces se pone un límite de edad, por ejemplo los 14 años. ¿Entonces a los 14 años y un día ya depreda? Es un problema que da por sentada la naturalidad de un medio de transporte que no da respuesta a sus usuarios.
—¿Qué mensaje deja esa idea?
— Creo que es un proyecto desafortunado. La idea de que a las mujeres hay que segregarnos para estar seguras es la que nos conduce a pensar que el ámbito público no es nuestro, que no debemos andar por la calle porque a una mujer que violen en la calle le van a preguntar si estaba sola o cómo estaba vestida, señalando la situación en la que parece legítimo que un varón se apropie del cuerpo de una mujer. Y quedarnos en nuestra casa tampoco es seguro. Ya se sabe que el lugar de mayor riesgo para la integridad de las mujeres es su propia casa.
Impunidad
Maffía se refirió a las movilizaciones #NiUnaMenos y analizó: «Todavía no son visibles todas las formas de violencia. Cuando hay agresión física es que hay muchas otras formas de violencia que están tipificadas por la ley, que tienen una penalidad, pero se perciben como relaciones naturalizadas entre varones y mujeres. Entonces, muchas veces, no son denunciadas o son menospreciadas. (…) La idea de hablar de femicidio es hablar de una estructura política que sostiene impunes las múltiples formas de violencia hacia grupos vulnerables, en este caso las mujeres, y también deberíamos hablar de las mujeres trans asesinadas».
—¿Por qué siguen operando con tanta fuerza prejuicios como «viajaban solas» o «se encontró con alguien que conoció en Facebook» si se empieza a dar una mayor visibilización y rechazo a la violencia machista?
—Son prejuicios que están instalados en la mentalidad de comunicadores, jueces, policías y muchas instituciones que juzgan desde esos estereotipos. La cuestión de la violencia es de una gravedad enorme pero las mujeres no solo somos víctimas, también tenemos muchas potencialidades para soluciones. Entonces ponernos en visibilidad solo como víctimas de violencia aumenta la construcción de vulnerabilidad de las mujeres y la sensación de impunidad de los varones porque la mayoría de estas causas quedan impunes. Se difunde a la vez «las mujeres no pueden» y «los varones son impunes si realizan actos de violencia física o si asesinan».
—¿Cómo se puede aportar al cambio de paradigma?
—Un paradigma es un cambio cultural y, por lo tanto, tiene que ser en nuestra manera completa de percibir la vida. Si yo no valorizo la presencia de mujeres en instituciones, si tengo un gabinete de ministros que son en un 85 por ciento varones, si no le doy credibilidad a la palabra de una mujer cuando va a denunciar no puede haber un cambio profundo. Me parece que el cambio pasa por la capacidad de las mujeres de ver los problemas de otras mujeres como un tema de género, estructural, social y no individual. La violencia no es solo el problema de una persona con otra, es un tema político.

También en ciencia, a mayor categoría menos mujeres – El Litoral

Comparto con ustedes la entrevista publicada en El Litoral de Santa Fe

También en ciencia, a mayor categoría menos mujeres

Una paridad difícil de alcanzar en el campo científico, con muchas menos mujeres en las escalas superiores de investigación, los “peajes” para llegar a esas categorías y la necesidad de políticas públicas que establezcan la responsabilidad del cuidado familiar, en este diálogo.

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Gabinete masculino. Para la investigadora, la paridad tiene que ser un objetivo de la comunidad científica. Mientras tanto, el gabinete nacional de Ciencia y Técnica está formado sólo por varones. Foto:Flavio Raina

Nancy Balza

politica@ellitoral.com

Una mujer científica cuenta que cuando una colega obtuvo su ingreso a la carrera de investigación, algunos compañeros la saludaban y otros le preguntaban: “¿Estás embarazada?”. La anécdota fue recogida por Diana Maffía en el desayuno de trabajo organizado el jueves último por la Secretaría de Ciencia y Técnica de la UNL, en el marco del programa Más Igualdad, Mejor Ciencia. Y su conclusión fue que “felicitar a una mujer en el ámbito de una universidad, de investigación y por colegas debía ser un logro femenino, y el logro femenino es tener hijos”.

Siguiendo en esta línea y a la hora de analizar algunas dificultades que atraviesan las mujeres para acceder a las escalas superiores, Maffía, Dra. en Filosofía e investigadora del Instituto Interdisciplinario de Estudios de Género de la UBA evaluaba: “Si el logro femenino es tener hijos y queremos tenerlos, ¿cuál es el acompañamiento institucional para esta enorme diferencia entre varones y mujeres?”.

—¿Qué tan lejos o qué tan cerca estamos de lograr la igualdad de género en el campo de las ciencias?

—Depende del modo en que lo analicemos. Una cuestión es la estadística, la más fácil de ver: cuántas mujeres y cuántos varones hay en cada categoría. Y ahí notamos, como en otras áreas de trabajo, la cuestión de la segregación vertical: a medida que ascendemos en la categoría hay menos mujeres y más varones. Entonces, estadísticamente somos la mitad del sistema de investigación pero acumuladas en las categorías más bajas, y a medida que se asciende la proporción es muy desventajosa para las mujeres. La proporción de investigadores superiores en este momento debe ser de un 75 % de varones y 25 % de mujeres. Cuando comenzamos a trabajar en la Red de Género, Ciencia y Tecnología en el año ‘94, la proporción era de 8 % de mujeres y 92 % de varones. Quiere decir que en poco más de 20 años alcanzamos a ser la cuarta parte de los investigadores superiores, pero todavía estamos lejos de la paridad si miramos la ubicación en la escala. Lo mismo pasa en otras tareas, en la Justicia, la empresa o la política.

—¿De qué otra manera se puede analizar?

—Otra manera de mirarlo es a partir de cuáles son los “peajes” que pagamos las mujeres para llegar a esa categoría y analizar cuántas mujeres quedan en el camino y por qué. Y vemos algo que recién se empieza a trabajar en los últimos años de manera teórica que es la desigual distribución en las tareas de cuidado. Está implícito que las mujeres nos vamos a hacer cargo de la crianza y de las tareas domésticas, cosa que en parejas más jóvenes y más igualitarias ya han discutido. Pero no se trata de discutirlo en el plano de la intimidad, sino de hacer una discusión política al respecto. La política no está organizada alrededor de esas necesidades sino de prioridades económicas. Siempre empiezan más mujeres y varones en la carrera de investigación y en algún momento se hace una meseta y luego baja abruptamente la cantidad de mujeres.

—¿Hay una edad en la que ocurre ese amesetamiento?

—La edad es entre los 35 y 45 años, que es cuando el conflicto se presenta de manera más intensa. En general, las mujeres abandonan la carrera después del segundo hijo; con el primero la pilotean como pueden. Además, tiene que ver con cuáles son los salarios que perciben las mujeres y la posibilidad de que ese trabajo de cuidado pueda ser suplido en el mercado. La responsabilidad del cuidado debe ser pensada desde las políticas públicas: no debe estar feminizado porque es una responsabilidad de todos y todas; no debe estar privatizado, porque no es solamente una necesidad que surge del ámbito de la familia, ni tampoco mercantilizado, porque eso implicaría que algunos puedan acceder y otros no. Para que haya igualdad en los planos profesionales, deben explicitarse estas responsabilidades de cuidado.

En el Conicet, la Dra. Dora Barrancos que está en el directorio cumpliendo su segundo período, promovió medidas específicas para facilitar el equilibrio entre carrera y familia: la posibilidad de extender un año el informe de investigación en el período en que la mujer ha gestado o ha tenido un hijo, y la posibilidad de extender el límite de edad para que pueda ingresar a una categoría: si tiene un hijo, un año más, dos hijos dos años, tres o más hijos, tres años. Eso hace que no se pierda el tren de la carrera pero tampoco la voluntad o el deseo de tener hijos en el momento en que crea apropiado hacerlo.

—El porcentaje de mujeres en cargos superiores de investigación se amplió, ¿en algún momento se va a alcanzar la paridad?

—Lo que tiene que ocurrir es que ése sea un objetivo de la comunidad científica. Y tengo que decir, con decepción, que el ministro de Ciencia y Técnica tiene un gabinete exclusivamente formado por varones. Entonces, la igualdad de género y la equidad no parece ser parte de sus objetivos. En el Conicet sí se ha avanzado bastante y tenemos que insistir con todas las políticas públicas, no sólo de ciencia y tecnología. Porque no es que tengamos exceso de científicos: necesitamos más científicos y científicas. Entonces, desperdiciar recursos humanos por un prejuicio de género es poco inteligente. Los mismos argumentos con los cuales se desarrolla una política científica nos tendrían que llevar a favorecer la equidad. Cuando esto no ocurre es porque hay inclinaciones prejuiciosas o falta de sensibilidad con este tema. La sensibilidad se educa y tengo la esperanza de que al ministro de Ciencia y Técnica, Lino Barañao, logremos educarlo.

«Producir una convocatoria dirigida a mujeres, donde podemos vernos, escucharnos y establecer esta empatía con otras experiencias, me parece que es de un impacto en cuanto a política científica muy importante y original”.

DIANA MAFFÍA

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El dato

PERFIL

  • Diana Maffía fue diputada de Caba (2007-2011) por la Coalición Cívica/ARI, es Dra. en Filosofía de la UBA, investigadora del Instituto Interdisciplinario de Estudios de Género de dicha universidad, donde dirige con Dora Barrancos un programa sobre “Construcción de ciudadanía de las mujeres y otros grupos subalternos”. Miembro del Consejo Académico del Centro de Formación Judicial del Consejo de la Magistratura de la Ciudad de Buenos Aires, es docente de la UBA y de la Maestría de Estudios de Género de la Universidad Nacional de Rosario; y además autora de numerosas publicaciones.

Lo importante

EL MARCO

  • Diana Maffía estuvo en la ciudad para disertar en el marco de la campaña “Más igualdad, mejor ciencia”, que lleva adelante la Secretaría de Ciencia y Técnica de la UNL, a cargo de Érica Hynes. Fue la segunda conferencia que ha organizado en el año sobre la temática que tiene como fin fomentar la participación de las mujeres en ciencia, y promover el debate y el análisis de la cuestión de género en el ámbito científico.

Fuente: http://www.ellitoral.com/index.php/diarios/2016/06/21/politica/POLI-06.html