en campaña para desnaturalizar la explotación sexual

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Foto: Pablo Piovano

Recientemente se hizo una marcha contra la trata de mujeres, desde Congreso a Plaza Once, y la consigna era ir arrancando por el camino los volantes que ofrecen prostitución. Con mi amiga Pilar Tadei comentamos que ambas hacíamos eso sistemáticamente, en nuestro camino habitual «de casa al trabajo y del trabajo a casa», y pensamos que la campaña podía ser permanente y de mucha gente, de modo que no fuera tan fácil, barato y lucrativo promover la prostitución.

Hay que pensar que quienes diseñan volantes, los imprimen, los reparten y los pegan, son socixs en la explotación de la prostitución ajena y por eso cometen un delito. Pero las autoridades que controlan el espacio público no intervienen en esto que está a la vista: cientos de personas salen a dejar volantes en teléfonos públicos, cajeros, paradas de colectivos y cuanto lugar lo permita.

Nosotrxs también podemos ser parte de los cientos de personas arrancando esos papelitos y tirándolos a la basura, en nuestra ruta habitual, sin demasiado esfuerzo pero con compromiso y persistencia.

Hace poco descubrí a un anciano sacando lentamente los papelitos de un refugio de colectivos, le pregunté por qué lo hacía y me dijo: «es un pequeño esfuerzo, y si con eso lograra que al menos una de esas chicas no tuviera que ofrecer su cuerpo otra vez…»

Recomiendo un artículo sobre este tema publicado hoy en Página 12 por la periodista Mariana Carbajal

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Comentarios

  1. alicia

    Buenisimo, a despegar se ha dicho!!!!

  2. susana

    paso habitualmente por la avenida Corrientes y montevideo, sobre Corrientes los papelitos estan colocados hasta en los palos de la luz, no me alcanzan las manos para retirarlos!! les propongo reforzar la tarea en esa zona

  3. Valeria

    Ayer (sábado) por la mañana salimos al centro a comprar cosas y en una calle paralela a Córdoba (no recuerdo cuál) y 9 de julio estaba llenísimo de «papelitos». En postes de luz, kioskos de diarios, teléfonos públicos, puertas… en todos lados.
    Nos dedicamos a sacarlos, con mi compañero y mi hijo (de 4 años) y, para nuestro asombro fuimos intimidados por unos chicos que, detrás nuestro, volvían a colocarlos… Me gritaron puntualmente a mi cosas como «qué haces yegua! dejá eso ahí!» (y cosas por el estilo). Les pregunté, de lejos, quien les pagaba por eso pero, naturalmente, sólo se rieron. La verdad es que, como estaba con mi hijo, me atemoricé y seguí caminando.
    Aclaro, eran chicos jovencitos 2 o 3 y, evidentemente, su tarea era esa, pegar cartelitos el sábado por la mañana tal vez para que estén allí el sábado por la tarde noche.
    Me llevé uno de los papeles, era de un departamento privado con la dirección completa pero la «foto» variaba…
    Sin duda, algo mas que esto debe ser posible hacer. Es incomprensible que delante de todxs nosotrxs haya esta «oferta» de sexo no controlada ni regulada.

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