Diana Maffía 
28 Abr 2010 
actualidad, democracia, derechos humanos, diálogo, diversidad sexual, igualdad de oportunidades 
Dejá tu comentarioigual dignidad para todas las personas
Esta mañana participé de la conferencia de prensa organizada por el INADI para expresar el apoyo a la discusión parlamentaria de los proyectos que proponen la modificación del Código Civil en cuanto al matrimonio de personas del mismo sexo.
La sesión en la Cámara de Diputados no contó con el quórum suficiente para tratar las propuestas, pero es fundamental que el Congreso sea consecuente con los consensos básicos que sostienen nuestro sistema democrático para que todas las personas tengan igual dignidad. Son lxs detractorxs quienes deben esforzarse en explicitar los argumentos moralmente relevantes por los cuales diferencian entre personas en razón de su orientación sexual. Hasta el momento sólo han ofrecido argumentos prejuiciosos y falaces.
En la conferencia estuvieron presentes parejas que ya han sido unidas en matrimonio gracias a acciones judiciales, diputadxs y legisladorxs de los bloques parlamentarios que apoyamos la sanción de la normativa.
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Recomiendo a quienes leen este blog una carta del Grupo de Estudios sobre Sexualidades (Instituto “Gino Germani”, UBA), que circuló en 2009: “Acerca de la igualdad y el matrimonio”
Es inadmisible la falta de Quórum, primero, es una manera de dehonrar el voto, y segundo, negar sus derechos a una persona por el solo hecho de no estar de acuerdo con su orientación sexual es una práctica fascista (recordemos que Hitler persiguió y asesinó, además de Judíos, Polacos, Rusos, enfermos mentales y demás, a homosexuales), al parecer la persecución continúa, ¿con que autoridad moral (más allá de los opositores políticos) una institución tan acusada de abusos como la iglesia puede seguir condenando seres humanos?.
Diputada, estuve acompañando a mi abuelo en la Legislatura para el nombramiento de Guido Gorgatti como ciudadano ilustre, le quería presentar a mi abuelo, una lástima que no haya estado allí, espero verla el día que le den la ciudadanía a Délfor (aún no hay fecha), un abrazo.
Si, es inadmisible que no haya quorun, pero el matrimonio entre varón y mujer y la familia tradicional no se negocia, no se lo puede violar con leyes antimorales, antiético, que atenta contra la dignidad humana y la familia. No se puede llamar MATRIMONIO a una unión entre dos personas del mismo sexo; se lo puede llamar de otra manera pero no matrimonio.
Que el régimen nazi persiguió y exterminó es cierto, pero la Iglesia Católica ya había condenado de antemano la ideología nacionalsocialista de Hitler, aún antes de que lo hicieran otros gobernantes y antes de que se iniciara la guerra. El Santo Padre Pío XII condenó con firmeza al nazismo y por ello pagó muy caro haberse enfrentado al régimen: la persecución y asesinato de miles de católicos por orden de Hitler, religiosos,sacerdotes, feligreses.
La Iglesia Católica siempre ha tenido autoridad moral para guiar, enseñar, educar, tanto por parte del Clero como por parte de nosotros, los feligreses. Y los abusos que se han dado no son de todos, sino de algunos sacerdotes; que un sacerdotes haya traicionado a Cristo no significa que haya que acusar a todos los que son católicos. Además no condenamos a seres humanos porque son personas que merecen respeto y amor; pero lo que condena la Iglesia es la violencia que se comete contra el matrimonio y la familia.
ruso, la autoridad moral de la iglesia cae no por tener entre sus miembros a abusadores sino por el tratamiento que ha tenido en ese tema. Siempre lo ha ocultado y todos sabemos que cuando algo asi ocurre (al menos aca) la iglesia solo traslada al sacerdote a pueblos de provincias alejadas para que continuen alli haciendo lo que hacen.
Y nadie acusa a todos, pero si deberian condenar a todos aquellos que han cometido ese delito, porque eso sí es un delito (y en mi opinion personal agravado) y no ocultarlo como lo han hecho por años.
Porque cuando uno oculta, es complice. Y entonces no puede tener autoridad moral para pretender guiar ni siquiera a sus feligreses. Menos aun pretender guiar a quienes no lo somos.