por la igual dignidad de las personas
Celebro el tratamiento de los Expedientes 1854-D-2008 y 1737-D-2009 por parte de las Comisiones de Legislación General y Familia, Mujer, Niñez y Adolescencia de la Cámara de Diputadxs de la Nación. Estos proyectos proponen la modificación del Código Civil en lo referido a los derechos en las relaciones de familia, a fin de asegurar el acceso a los derechos vinculados al matrimonio a las parejas conformadas por personas del mismo sexo.
Más allá de la conveniencia o no de garantizar derechos a través del status matrimonial de las y los ciudadanos, en la coyuntura actual me parece muy importante promover la plena vigencia y el ejercicio universal de los derechos para todas las personas, sin distinciones basadas en sexo, género u orientación sexual.
Estas iniciativas no requieren justificación, porque son consecuentes con los consensos básicos que sostienen nuestro sistema democrático en lo que hace a la igual dignidad de las personas frente a la ley. Son las y los detractores quienes deben esforzarse en explicitar cuáles son los argumentos moralmente relevantes por los cuales deberíamos distinguir entre personas en razón de orientación sexual, y hasta el momento sólo han ofrecido argumentos prejuiciosos y falaces.
Al final de la reunión conjunta de las dos comisiones realizada el pasado jueves 5 de noviembre, la defensora de los derechos de las lesbianas María Rachid comentó llorando que a nadie se le ocurriría pedirle a la colectividad judía que discuta una ley sobre la memoria del Holocausto con grupos nazis. Esta situación nos sirve para pensar las condiciones de los debates en los que entramos y los términos en que aceptamos dar la discusión. Urge elaborar estrategias políticas que eviten la exposición de ciudadanxs al insulto y la humillación por parte de quienes se oponen a sus demandas.
Para terminar, recomiendo la lectura de “Acerca de la igualdad y el matrimonio”, una carta que puso en circulación el Grupo de Estudios sobre Sexualidades (Instituto “Gino Germani”, Universidad de Buenos Aires) y que, en menos de una semana, recibió más de quinientas adhesiones, en su mayoría de docentes e investigadorxs universitarixs y profesionales del campo de las ciencias sociales y las humanidades.
Pienso en lo que diria un amigo mio… y me rio…
Creo que ya es hora de empezar a dejar que cada uno viva como quiera, que nadie tiene derecho a juzgar al otro porque «con la misma vara seran juzgados»…
Todos somos iguales ante los ojos de Dios (o como cada uno lo quiera llamar)… jeje si me llega a leer el sr. Russo, me mata… o algun agnositco… o algun ateo… o algun… y, estoy segura, que cada uno de nosotros cometemos alguna vez «actos inmorales»… sino, el que este libre de pecado, que tire la primera piedra.
Todos somos iguales ante la Ley… de Dios, porque la humana, deja mucho que desear.
Saludos