2008/06/28 Crítica de la Argentina – La Carpa que Irradia

Columna de opinión 

Las carpas en Plaza Congreso traen a cuento la teoría del «vaso que derrama» impuesta en los ’90. Por Diana Maffía , legisladora porteña por la Coalición Cívica.

La teoría del “vaso que derrama” fue la metáfora económico-social de la década del `90 que servía de justificación para no hacer una distribución real de la riqueza, sino esperar que el propio mercado regulara los excedentes una vez que la acumulación económica de los sectores más poderosos hubiera saciado su voracidad.

Los quintiles siguientes podíamos esperar entonces una cascada de recursos cuyos sobrantes irían a su vez cayendo hasta llegar a los pobres por la propia ley del mercado, que como decía el Ingeniero Alsogaray “es como la ley de caída de los cuerpos”. El problema es que la voracidad no se sacia, lo aprendimos duramente.

Hoy recordé esa teoría, y pensé que estamos ante un nuevo modelo de redistribución social. Hoy no es el mercado sino el poder el que distribuye. Si estás suficientemente cerca del centro del poder, en círculos concéntricos se van extendiendo los beneficios. Puede tocarte desde una red de casinos o un canal de televisión, hasta un permiso de pesca o un plan de autoconstrucción de viviendas. “Para los amigos todo, para el enemigo ni justicia”, decía el General.

Pasaba a la mañana temprano por Plaza Congreso admirando el fasto deslumbrante de las carpas allí instaladas. No sólo por fuera sino por dentro, con sus pantallas de plasma, su calefacción y sus sillas para visitantes. Precisamente la calefacción tiene algo que ver en este cuento. Ya circulaba gente frente al Congreso, las carpas estaban abiertas al público y había carteles y figuras alusivas (léase pingüinos). Es notable lo que se puede hacer en una noche cuando hay dinero para financiarlo.

Al doblar por Hipólito Irigoyen, pegado a la pared de una de las carpas, tratando desde afuera de participar aunque sea un poco de tanto calor, un joven envuelto en una manta se enroscaba en el piso a la intemperie. Como un perro en un rancho, esperando las sobras del amo. No es el vaso que derrama, pero cuánto se le parece.

http://www.criticadigital.com.ar/index.php?secc=nota&nid=6468

 

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