2008/04/14 adn Ciudad – Todo empezó con un Grafitti

escrito por Alejandra Lazo   

El jueves pasado el período de manifestaciones de la sesión ordinaria de la Legislatura porteña no tuvo desperdicios. Lo que empezó como la presentación de un proyecto manifestando preocupación por graffitis agraviantes contra los K, terminó en una discusión con referencias a la sexualidad de algunos diputados.

Parece que cada vez que se habla en el recinto, las manifestaciones generan polémica o, por lo menos, eso ha pasado en varias oportunidades. El último jueves, durante la sesión ordinaria de la Legislatura porteña, la diputada Diana Maffía (Coalición Cívica) adelantó que iba a pedir el tratamiento de un proyecto de declaración para expresar preocupación por los graffitis agraviantes, discriminatorios y amenazantes escritos en los ascensores de la Legislatura.

Maffía aclaró que desde que presentó la iniciativa varios colegas le dijeron que «esto no tiene la menor importancia; que los graffitis aparecen todos los días en los baños». A lo que añadió: «El jueves 3 de abril, al llegar al segundo piso de la Legislatura por el ascensor más cercano a Perú 160, encontré que las puertas de roble de los ascensores estaban escritas con un elemento punzante. Los mensajes pretendían ser agraviantes y profundamente discriminatorios respecto de un diputado de esta Legislatura, y contenían expresiones violentas hacia el kirchnerismo. Esos mensajes decían ‘mueran los K’. Lo mismo ocurrió en otro ascensor del segundo piso».

Además, sostuvo: «La inscripción que a su pie lleva una V con una P sobre ella -la conocemos muy bien- y la que en otra puerta dice directamente ‘mueran los K’ y del otro lado ‘Perón’, sugieren una disputa que a mi generación le resulta un retorno lamentable y doloroso. Muchos de quienes hoy asumimos funciones públicas somos de la generación del ‘70; somos la generación que vivió la dictadura. La memoria de la violencia ejercida en las disputas de poder entre quienes pretenden ser los únicos representantes del pueblo debe ser una experiencia que nos permita encontrar otros recursos en la vida pública».

Y señaló: «No podemos dejar que un espacio público que debe contener la diversidad plural de la representación, como es la Legislatura, sea el territorio donde se expresa en forma amenazante la voluntad de suprimir al contrincante ideológico. Tampoco podemos permitir que ese mensaje se dé en nombre del peronismo, que es un partido de la democracia. Me preocupo y me solidarizo con el diputado al que se hace referencia en los mensajes, que se encuentra directamente amenazado a través de estas inscripciones anónimas, porque debe tener la libertad de ideas y acciones enmarcada en derechos que resultan necesarios para la vida democrática. Me preocupa la consideración de los homosexuales, ya que se está usando un modo despectivo al nombrarlos con insultos y denigración: eso revela homofobia».     

Inmediatamente, el diputado Diego Kravetz (Frente para la Victoria) pidió la palabra y aseguró que le parecía de chiquilín la actitud de Maffía de hacer alusión «a un graffiti, a una inscripción, una pequeña pintada o escritura en un baño o en un ascensor, de las cuales hay veinte mil». «Inclusive -señaló- he visto alguna en el mismo sentido que dijo la diputada Maffía, pero aludiendo al presidente del bloque de la Coalición Cívica donde decía ‘Enrique Olivera puto’. Lo decía en la puerta de uno de los baños del cuarto piso. La verdad es que si el diputado Olivera lo fuera o no, no me interesa».

Frente a lo cual, la vicejefa de Gobierno, Gabriela Michetti, quien eligió un día bastante movido para presidir el comienzo de la sesión, interrumpió: «Perdón, señor diputado. Le pediría que cuide sus palabras, porque me parece que están un poco subidas de tono para el recinto».

A lo que Kravetz respondió: «Discúlpeme pero es algo textual. Pero no se está haciendo en función de ello una resolución, así como la diputada hizo y firmó un pedido de declaración en relación con lo que está escrito en otro ascensor, que dice ‘Cabandié puto’. Por eso es que yo dije que hay otra escritura que hace referencia al diputado Olivera. A partir de un graffiti así, por más que esté firmado por quien sea, a mí no se me hubiese ocurrido pensar que estamos en presencia de una interna de la Coalición Cívica; así como tampoco, porque alguien firmó no sé qué de una barbaridad como la que acabo de decir antes se me hubiese ocurrido pensar que estamos en presencia de una interna partidaria».

Asimismo, expresó: «Eso no es así; que la Coalición Cívica no se ilusione, porque no estamos en presencia del Apocalipsis, ni de los tiros, ni de nada que se le parezca. Acá hay algún estúpido que escribió una estupidez, al igual que sobre otros diputados escribieron otra, y nada más. No es un problema, ni vamos a aceptar que instalen el de la violencia en la Argentina como un problema. Me hubiese gustado escuchar a algunas mujeres feministas defendiendo a nuestra Presidenta cuando decían, por televisión, delante de todo el mundo, que es una ‘puta de mierda’. Señora Presidenta discúlpeme si me extralimité en el lenguaje, pero quiero ser gráfico. Acá hay gente que quiere instalar la idea de que somos violentos y no lo somos. Que no lo busquen en los graffittis y que no lo busquen en las pinturas, porque no lo van a encontrar».

Obviamente, Maffía no se quedó callada y afirmó: «En primer lugar, quiero decir que no mencioné al diputado (por Cabandié) ni el contenido a pedido de él mismo. Así que lamento que el jefe de su propio bloque haya sido tan irrespetuoso. En segundo lugar, lo que quise expresar es la preocupación, a partir de un graffiti en contra del kirchnerismo, de parte de alguien que, cuando lo firma, se define a sí mismo como peronista».

Y agregó: «Esto quiere decir que lo que se impugna violentamente es el peronismo representado por el propio kirchnerismo. Eso es lo que dice la pintada. Y a esa interna entre el peronismo supuestamente progresista y el peronismo supuestamente de derecha, el peronismo de la lealtad y el de la tendencia, o los múltiples peronismos que entran dentro de un movimiento tan diverso como es el peronismo, es al que aludí como a una interna que recordamos muy bien en nuestra generación, y que en Ezeiza terminó a los tiros y con muertos».

A su término, el diputado Juan Manuel Olmos (Frente para la Victoria) terció en la discusión: «Acá nuestra función es legislar, y lo podemos hacer a través de declaraciones, de resoluciones o de leyes. Pero no podemos utilizar esto como si fuera un local partidario, en el que cada uno viene y expresa algo que tiene que ver con la realidad, que se le ocurrió o que leyó en un baño».

«Además -amplió- lo peor que se puede hacer es tomar lo que está escrito en el baño y molestarse por las malas palabras que dijo el diputado Kravetz. A nosotros nos molesta más, muchísimo más que alguien a partir de un graffiti llegue a una conclusión sobre ‘la violencia del peronismo’. Eso es lo que dijo la diputada Maffía. Y no hay inocencia, porque si la diputada fuese alguien que dice las cosas sin intención, o sin pensarlas, sería una cosa; pero acá estamos hablando de una doctora en filosofía».

Olmos también manifestó: «Señora diputada, usted no puede traer a colación, a partir de un graffiti con malas palabras, la violencia de los años ‘70 y cómo el peronismo dirimía entre Triple A y Montoneros una interna política: porque usted lo que está haciendo es referirse a la violencia política, mientras no dijo nada cuando insultaban a la Presidenta en plena manifestación del campo; es más, estaba golpeando las cacerolas, y muchos de sus diputados también. Se lo agradecemos, diputada, pero no se preocupe por nosotros presentando tablas de esta manera».

Por sentirse aludido, y sí que lo fue, también habló Cabandié. Entre otras cosas, el diputado señaló: «Si está la voluntad de respeto por las instituciones y por los actores políticos, quienes tenemos ‘la gran oportunidad de representar al pueblo y a los ciudadanos’ -expresión que está muy de moda-, también pediría a esos actores políticos que están preocupados por algunas manifestaciones adversas hacia algunos se pronuncien respecto de aquellos medios de comunicación monopólicos que, entre otras cosas, decían que nuestra Presidenta ‘es bipolar'».

Como si todo esto fuera poco, se sumó a la contienda el diputado Facundo Di Filippo (Coalición Cívica), quien aseguró: «La verdad es que no era el objetivo de la diputada Maffía entrar en esta discusión. Creo que la bancada kirchnerista y del oficialismo a nivel nacional están muy susceptibles. También creo que sería bueno entrar en el fondo de la discusión de los monopolios y de los medios de comunicación en este país, medios de comunicación beneficiados permanentemente durante cuatro años por la gestión kirchnerista. Pero, como no es el ámbito, ojalá algún día se discuta».

Obviamente, el diputado Aníbal Ibarra no se quiso quedar afuera y afirmó: «La verdad es que me cuesta entender cómo de un graffiti llegamos a la libertad de prensa,  y a los otros temas que se trataron aquí en este recinto. La verdad es que, hasta donde sé, la característica de un graffiti es que no tiene dueño. Entonces, no se puede tomar un graffiti para desarrollar una teoría política. Todo el mundo tiene derecho a tener la teoría política que quiera, pero no basarse en un graffiti, que no tiene dueño y que está en la puerta de un baño o donde fuera».

Por último, el diputado Martín Hourest (Igualdad Social) sostuvo: «Es llamativo cómo la irrelevancia de la cosa determina su grandeza. Creo que todos en esta Legislatura, por habernos negado a algunos debates sobre hechos sucedidos en los últimos veinte días, estamos siendo esclavos de las tensiones que afuera del recinto no han tenido explicación ni presencia. Y, desgraciadamente, cuando uno niega la realidad cerrándole la puerta, nunca falta una rendija la habilite para que se entre».

Y agregó: «Lo que hoy desgraciadamente estamos presenciando, y lo digo con pena, es una suerte de la vieja apelación a la ‘teoría de los campos’. Con esto no me estoy refiriendo al sector agropecuario, porque la realidad de los campos es casi una curiosidad histórica para muchos de nosotros que somos mayores. Porque en aquella época -estoy hablando de mediados de los ‘70 y buena parte de los ’80- la apelación era a que en la Argentina existían ‘campos’: el campo popular, el campo antipopular y todo lo que pasaba fronteras adentro de ese campo implicaba valoraciones éticas y políticas que no debían trascender la vida de ese campo, para no convertirse en herramienta del campo adversario».

Luego de desarrollar la explicación de la teoría, Hourest concluyó: «Tampoco supongamos que la preocupación de cualquier diputado sobre estos episodios está teñida solamente de algún gorilismo tardío, de algún antiperonismo vergonzante o de algún mecanismo reaccionario, activado desde no sé qué concepción mística del pueblo; de un pueblo al que, repito, en vez de incentivarlo a la confrontación, hay que garantizarle condiciones de realización».

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