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Participación

Noche de la Filosofia en el CCK

El sábado 30 de junio participaré de la Noche de la Filosofía

Les dejo a continuación más información (Telam).

La Noche de la Filosofía copará la noche del CCK el próximo sábado

Más de 50 filósofos y pensadores del país y del extranjero desarrollarán ponencias y debates en simultáneo en una nueva edición del tradicional evento del pensamiento.

Más de 50 filósofos y pensadores del país y del extranjero participarán el próximo sábado desde las 19 hasta las 2 de la madrugada de una nueva edición de La Noche de la Filosofía que se realizará en el Centro Cultural Kirchner, donde se desarrollarán ponencias y debates en simultáneo, además de una variedad de ofertas en gastronomía, artes visuales y música.

Tomás Abraham, Ezequiel Adamovsky, Diana Cohen Agrest, María Luisa Femenías, Claudia Hilb, Esteban Ierardo, Alejandro Katz, Diana Maffía, Gustavo Santiago, María Carman, Darío Sztajnszrajber, Horacio Tarcus, Pablo Wright y Alejandro Rozitchner son algunos de los intelectuales argentinos que se sumarán el sábado al CCK, con ponencias en las que abordarán algunos de los temas que vienen trabajando.

A las 20.30 Abraham reflexionará sobre el fútbol como ideología en una charla que cruzará ambos campos; Julieta Massacese, a las 21, se preguntará sobre la experiencia atravesada por Google y el acceso a la información; Adamovsky, a las 21.30, pensará en torno a las luchas por la definición del «nosotros» argentino; y Dario Sztajnszrajber, a las 22.30, irá contra el optimismo para poner en extrañamiento el sentido común de todos los días.

Fuente: Telam

Sitio web: http://www.cck.gob.ar/lanochedelafilosofia

Charla abierta en la FADU

Les dejo esta invitación a la Clase Abierta que dictaré el próximo viernes 8 de junio a las 19:00 en el Aula 318 (Diseño y Estudios de Género / Flesler) en la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo (FADU/UBA). Más información en https://www.facebook.com/events/1272234582907868/

Para aportar al debate sobre el aborto

Comparto con ustedes las palabras de mi presentación del día 31 de mayo en el Congreso Nacional, en el marco del debate sobre los proyectos de ley de interrupción voluntaria del embarazo y legalización del aborto.

A continuación, el texto completo de mi exposición:

Quiero expresar mi agradecimiento por la oportunidad de expresar mi opinión ciudadana ante diputados y diputadas en este debate histórico, donde esperamos que se salde una deuda democrática: el debate legislativo, en la institución que expresa la pluralidad de ideas políticas de una sociedad. Histórica porque estamos discutiendo el aborto, algo que impacta en la vida de todas las mujeres, y porque esta vez nosotras estamos presentes para que consideren nuestras razones pero también nuestros testimonios y nuestras experiencias.

Hoy concluimos una extraordinaria oportunidad de audiencia pública donde hubo muchos desvíos y faltas de pertinencia, pero quedó claro que lo que se decide no es si las mujeres deben abortar o no, sino en qué condiciones lo harán. Las mujeres abortamos, la cifra es elocuente. Y también el movimiento de mujeres, a través del socorrismo, ha tomado en sus manos acompañar a las mujeres a abortar de modo seguro. El que está ausente es el Estado, y sobre eso se debe legislar. El desencuentro entre el Estado y las mujeres es lo que estamos subsanando, y esta legislatura deberá demostrar con su voto si en este encuentro nos considera o no ciudadanas capaces.
Todos queremos que haya menos abortos, pero hay que buscar el mejor camino para eso, dado que la criminalización no ha resultado eficaz para bajar el número. Pero sí ha resultado eficaz para amenazar la vida, la salud y la autonomía de todas, las que parimos y las que abortamos.

En 1921, cuando se redactó el artículo que hoy intentamos cambiar, las mujeres éramos consideradas incapaces, pasábamos del dominio del padre al del marido, no votábamos, no legislábamos, no administrábamos nuestros bienes, no ejercíamos profesiones, ni patria potestad sobre nuestros hijos, nuestra palabra no valía y ni siquiera podíamos ser testigos en un juicio. En nuestro sistema normativo no fuimos representadas sino sustituídas, no fuimos protegidas sino tuteladas.

Es una paradoja ética: la dignidad que se ha insistido en otorgar a un embrión, un ser en gestación potencialmente humano, se nos niega desde hace siglos a las mujeres. Se desconoce nuestra condición de sujetos morales, se obstruye nuestra autonomía y se debilita el reconocimiento de nuestra ciudadanía. La exclusión y la invisibilidad de las mujeres y otras personas gestantes en un asunto que nos impacta de un modo en que ninguna ley ni prohibición afecta a los varones, tiene su ícono en un feto gigante que tomó el espacio público (y en pequeños fetos en primorosas cajitas obsequiados a los legisladores. Allí nos dicen qué somos para ellos las mujeres: NADA. Un feto de nadie, con un cordón umbilical que no lo conecta a ningún cuerpo ni persona humana, un feto wi fi cuyo centro de operaciones son instituciones confesionales y misóginas, religiosas y académicas, que aquí han hablado por nosotras.

Y no nos engañemos, los mismos que hoy argumentan en contra del derecho al aborto legal, estuvieron en contra del divorcio vincular, de la patria potestad compartida, de la educación sexual, del acceso a la anticoncepción, del matrimonio igualitario, siempre con argumentos tremendistas que fueron desmentidos por la sociedad, porque somos perfectamente capaces de hacer un uso racional de la ley. Esos segmentos de la sociedad que se autoatribuyen y ejercen con un poder de macho cruel una función de tutela sobre nosotras, nos sigue tratando como menores de edad perpetuas. Estamos aquí un siglo después y todavía se pretende que debemos demostrar que podemos tomar decisiones autónomas sobre nuestra vida.

El aborto constituye una demanda permanente del movimiento de mujeres desde el retorno de la democracia. Desde entonces nos hemos ocupado de desarmar muchas falacias, recolectar datos y evidencias genuinas y refinar nuestras razones. Muchos de esas razones han sido expuestas aquí: Los derechos de toda persona en relación a su sexualidad pueden ser reproductivos o no reproductivos, y el Estado debe garantizar ambos tipos de derechos con políticas adecuadas.

Las mujeres somos capaces de gestar, de parir, de amamantar, pero esa capacidad no puede transformarse en una obligación. Tenemos el derecho a una maternidad deseada y no el deber de una maternidad forzada. Un embarazo deseado coincide con la voluntad procreacional, y el Estado está obligado a garantizar el respeto a ese proyecto vital. Un embarazo forzado es cuando no hay voluntad procreacional, o cuando hay obstáculos que nos dañan, y se evalúa entonces su continuidad o interrupción; y la persona gestante es quien debe decidirlo y debería tener derecho a interrumpirlo respaldada por el Estado. Recordemos que el código civil establece la prioridad de la voluntad procreacional sobre la maternidad o paternidad biológica, pero las objeciones a la interrupción del embarazo pretenden que la mera condición de gestación obligue a la maternidad, aunque sea involuntaria o amenace con un daño o sea expresamente contradictoria con la voluntad de la persona gestante, y esto afecta su libertad y su dignidad. Se nos obliga a una conducta heroica, supererogatoria, y eso no es exigible moralmente.

El punto es quién toma la decisión. Esta es la cuestión política porque involucra relaciones de poder, y porque forma parte de la construcción de ciudadanía. En este debate se decide si se reconoce el estatus moral de las mujeres para tomar decisiones autónomas sobre sus propias vidas, o continuamos bajo tutela. La autonomía sobre el propio cuerpo gestante es un derecho inalienable, por ende la clandestinización, la criminalización y la muerte por abortos inseguros no deberían ser NUNCA MÁS una política de estado.

Lo que se discute es si una mujer que aborta debe ir presa o no, y si hacerlo de modo seguro o inseguro debe depender de su estatus económico: aborto legal, seguro y gratuito. Quienes estamos a favor de la ley de interrupción voluntaria del embarazo no intentamos imponer nuestras decisiones a quienes están en contra del aborto. Y nos hemos asegurado de que ninguna mujer sea obligada a abortar, porque su consentimiento debe ser explícito. Pero quienes objetan la ley pretenden imponer sus preferencias morales e impedir que el resto de la sociedad pueda planificar su vida con otras convicciones éticas.

Que la interrupción voluntaria del embarazo se legalice es un hecho político que repara la desigualdad de poder en la apropiación de las decisiones sobre los cuerpos gestantes. Que no se legalice y se perpetúen los abortos clandestinos y riesgosos también es una acción política, esta vez a favor de la apropiación de los cuerpos gestantes como medios para fines que no son propios de su decisión autónoma. Y no considerar a las mujeres un fin en sí mismas es un hecho inmoral que nos obliga a un sometimiento indigno de la condición humana.

Por otra parte, se puede defender el derecho a la vida de las personas nacidas y en etapas gestacionales sin penalizar el aborto. La vida se defiende positivamente y no mediante prohibiciones, nosotras defendemos la vida.

La legalización disminuye las muertes maternas, y también disminuye el número de abortos. La conclusión es lógica: si quieren salvar las dos vidas, como dicen, aprueben la ley de interrupción voluntaria del embarazo.

Diana Maffía

La idea es que la mujeres podamos decidir

Comparto esta entrevista realizada por Claudia Korol y Paula Lorenzo

La filósofa feminista conversó con los micrófonos de Aprendiendo a Volar sobre los debates en torno al derecho al aborto seguro, legal y gratuito, junto con dar su punto de vista referido a cómo se está llevando esta discusión, tanto en el Congreso como en otros ámbitos.

Hay un contraste, me parece, entre el esfuerzo argumentativo de quienes estamos a favor de la legalización y el poquísimo esmero de quienes objetan la ley”, sostuvo la referente de género.

En charla con Claudia Korol y Paula Lorenzo, Maffía, sostuvo que “la idea es que la mujeres podamos decidir”, donde se entrelaza el concepto de la libertad de abortar, donde el Estado no debe poner obstáculos para ejercer este derecho y garantizar su accesibilidad.

La entrevista en Radio Cut:

“Lo personal es político”, entrevista en Diario Femenino

Comparto con ustedes esta entrevista publicada en Diario Femenino el pasado 30 de abril.

“Lo personal es político”, una entrevista a Diana Maffía

Diana Maffía, filósofa feminista, directora del posgrado de Género y Derecho de la Facultad de Derecho de la UBA y directora del Observatorio de Género en la Justicia disertó en la Cámara de Diputados de la Provincia de La Pampa acerca del slogan, “Lo personal es político”, junto a Silvina Molina.

Durante su paso por La Pampa, Maffía dialogó con Lisandro Moreno y Laura Mercado en el programa “Despertando a la Trama”, que se emite por Radio La Tosca, sobre la charla pública “Lo Personal es Político: Sexo, Género y Feminismo”.

Lo personal es político

Este slogan tuvo su aparición en el feminismo a fines de los años 60 y durante los 70. Maffía explicó que esto apuntaba a “modificar la visión desde el feminismo sobre las cuestiones que significaban violaciones de derechos hacia las mujeres. Pensarlas como cuestiones colectivas, como experiencias colectivas y tratar de sacar de eso una conclusión acerca de las responsabilidades del Estado en, por ejemplo, garantizar a las mujeres una vida libre de violencia”.

Sin embargo, a pesar del paso de los años, es importante pensarlo en la actualidad debido a que “esas experiencias que aparecen como individuales, como interpersonales, íntimas, están atravesadas por situaciones de poder, de jerarquías y de estructuras sociales que hacen que las mujeres seamos más vulnerables y nuestros derechos sean más fácilmente olvidados. No hay más que ver cuánto tardamos, casi un siglo, en discutir la despenalización del aborto”.

En la actualidad, Maffía reconoció que hubo muchos avances en la conciencia colectiva. Esto no ha ocurrido solo en las mujeres, sino que para la filosofa feminista también en lo que significa “la responsabilidad frente a los derechos humanos de toda la sociedad, no solamente de aquellos que van a ser afectados en sus derechos”. A su vez, destacó el cambio generacional y sus impactos al afirmar que “las mujeres jóvenes tienen un activismo y un modo de participación realmente muy sorprendente de la utilización performativa de los cuerpos, de pensar el espacio público como un espacio de manifestación”.

Por otra parte, no fue ajeno a su reflexión el rol que juegan los medios de comunicación. El feminismo se instala a pasos agigantados en diversos programas muy populares y para Maffía esto resulta positivo debido a que todo espacio en donde haya posibilidades de debatir ideas debe considerarse valioso.

Sin embargo, alertó acerca de algunos riesgos y manifestó que “hay, a veces, una tentación siempre en los medios de comunicación de presentar siempre la pantalla partida, ¿no?. Buscar a alguien a favor y a alguien en contra y presentar simplemente esas dos versiones como versiones cerradas y no favorecer un diálogo crítico, constructivo, acuerdos, consensos… Eso lleva tiempo. Yo he sido legisladora y lograr esos consensos siempre exige una negociación y un trabajo de todas las partes. Entonces si arrancamos con este tipo de versión tan dualista y tan antagónica, los caminos son más difíciles”.

De todas maneras, Maffía consideró interesante la idea de presentar en los medios de comunicación “esta construcción de diálogo no violenta, de consensos, de presentar argumentos que fundamenten las acciones colectivas… Bueno, de a poco estas cosas se van logrando. Igual creo que el debate en los medios es fundamental. Es para mucha gente el modo de acceder a contenidos y a personas que si no quizás no podrían escuchar”.

Otro debate interesante surgió luego de que actrices expresaran “yo no soy feminista, tengo hijos varones”. Ante esto, Maffía expresó que “parte del problema es el prejuicio con las palabras. El estigma. Como además el feminismo es muy diverso, hay muchas manifestaciones y expresiones, incluso propuestas políticas distintas desde muchos feminismos. Hay feminismos más ligados a rescatar roles tradicionales femeninos, otros feminismos que van a discutir incluso las dicotomías de los cuerpos, hay un abanico de feminismos muy diversos. Me parece que una posición respetuosa empieza por definir qué es el feminismo. De manera de no generar ese prejuicio o no pensar como se suele pensar que son posiciones hostiles con los varones, o que quienes somos feministas somos quienes no tenemos pareja o no tenemos hijos, porque la verdad es que eso es falso, sencillamente”.

Género/Géneros

“Lo Personal es Político: Sexo, Género y Feminismo” es el título seleccionado por Diana Maffía y Silvina Molina para poner en debate las palabras. Una de ella es “Género”. “En realidad, la palabra debería ser mencionada en plural por supuesto. La palabra está tomada de un artículo que vamos a comentar en la reunión que tenía que ver con la palabra género en singular y cómo eso afectaba al sujeto del feminismo. ¿El sujeto del feminismo son sólo las mujeres? ¿Qué mujeres? ¿Quiénes se autodefinen como mujeres? ¿Las mujeres biológicas? ¿Las mujeres cis? Las mujeres trans, ¿se incluyen dentro del feminismo? ¿El feminismo puede ser llevado adelante como objetivo político por varones? ¿Pueden los varones ir a las marchas? Todas estas preguntas han quedado flotando en estos últimos dos o tres años, y lo que pensamos con Silvina fue precisamente abordar esto que es un tema de conflicto dentro del feminismo. Hay dos o tres temas que son de conflicto, y éste es uno”, expresó la filosofa.

Con respecto a la construcción de nuevas masculinidades, Maffía destacó que “eso se está haciendo sobre todo por parte de varones jóvenes. La idea de ideales de masculinidad con los que ellos mismos no se sienten representados y, digamos, virtudes masculinas con las que no se quieren ver asociados. Pretendidas virtudes que tienen que ver con el poder del más fuerte, con la competencia, con el individualismo, con la violencia muchas veces como factor de resolución de conflictos, con la relación jerárquica con las mujeres. Bueno, hay muchos varones que no se sienten identificados con este tipo de estereotipos y discuten entonces de qué manera se construyen las masculinidades, cuál es la educación emocional que los varones tienen y qué implica eso en relación con, por ejemplo, el consumo de prostitución o la violencia hacia las mujeres”.

En ese sentido, resaltó que se trata de un trabajo que el feminismo colaboró con generar porque, así como las mujeres tuvieron esa etapa de grupos de concienciación donde lo personal se exponía públicamente para discutirlo, los varones tienen que hacer lo mismo. De todas maneras, para Maffía esto tienen que hacerlo los varones entre ellos. “Corresponde que sean los varones los que hablen de si van a renunciar o no a sus privilegios. Porque la masculinidad tiene privilegios también. Y esos privilegios construyen relaciones de poder. Y hay muchos varones, sobre todo en los partidos políticos, que se quieren sacar una foto con un cartelito, con un hashtag que diga ‘ni una menos’ pero no cederían su lugar en la lista si tiene que entrar una mujer por la paridad. Vamos a ver en los próximos meses cuando tengan que armarse las listas si esto se debate. Entonces, pueden ser solidarios, progresistas, pero las cuestiones de poder se dirimen entre varones. Y eso es resto de un modo jerárquico de las relaciones de género que cuesta mucho deconstruir”, concluyó.